Los Museos Vaticanos, cuyo origen se remonta a la adquisición de la escultura de Laocoonte en 1506 por el Papa Julio II, fueron fundados oficialmente en el Palacio Pontificio por el Papa Clemente XIV en 1771 y ampliados por el Papa Pío VI. En la actualidad, los Museos Vaticanos albergan algunas de las obras maestras más preciadas del mundo, desde esculturas clásicas hasta arte renacentista. Esta institución no es sólo un símbolo del poder y la riqueza de la Iglesia católica, sino también una de las principales atracciones culturales de Roma y un testimonio del mecenazgo papal de las artes durante siglos.
Situados en la Ciudad del Vaticano, se accede a los Museos por Viale Vaticano 6. Con más de 70.000 obras, de las que 20.000 se exponen en múltiples galerías, el complejo museístico incluye estructuras notables, como la escalera de caracol diseñada por Giuseppe Momo en 1932 y la Capilla Sixtina con el techo de Miguel Ángel. El recinto es inmenso, con más de siete kilómetros de galerías y salas, una maravilla arquitectónica que conecta varios edificios construidos a lo largo del tiempo y bajo diferentes papados.
Los Museos Vaticanos albergan extensas piezas que abarcan varios milenios, desde artefactos del antiguo Egipto hasta bronces etruscos y desde óleos renacentistas hasta arte moderno. Su colección incluye obras de Raphael, Caravaggio, Leonardo da Vinci y muchos otros maestros de diferentes escuelas, desde el gótico hasta el barroco. La colección se formó principalmente a través de encargos papales, donaciones hechas directamente a los papas o adquisiciones durante sus reinados.
Los Museos Vaticanos son un destino imprescindible para cualquiera que viaje a Roma. Sin embargo, su vasta colección puede resultar abrumadora. Lo ideal es dedicar al menos un día entero a contemplar estas obras de arte históricas, debido a la magnitud y el nivel de detalle del complejo museístico. Apreciar las numerosas obras maestras de este enorme complejo de galerías puede resultar todo un reto. ¿Por dónde empezar?
Para ayudarte a navegar por este impresionante complejo, hemos elaborado una lista de las 21 obras de arte imprescindibles de los Museos Vaticanos.
Las 21 obras de arte que no te puedes perder en los Museos Vaticanos
1. Laocoonte y sus hijos
Esta antigua escultura fue creada entre el 27 a.C. y el 68 d.C., y se atribuye a los artistas Agesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas. Tras su descubrimiento en Roma en 1506, fue inmediatamente adquirida por el papa Julio II y se convirtió en una de las primeras piezas en entrar en la colección de los Museos Vaticanos. La escultura es un ejemplo significativo del arte helenístico y representa a Laocoonte, sacerdote de Troya, con sus hijos mientras las serpientes marinas les atacan. Destaca por su dramática agonía y la magistral representación de la anatomía humana.
La estatua ha intrigado a artistas y eruditos durante siglos y ha influido en el desarrollo del arte renacentista. Su excavación fue supervisada por Giuliano da Sangallo y Miguel Ángel Buonarroti, que reconocieron su excepcional calidad. En el pasado se reconstruyeron erróneamente las extremidades que le faltaban a Laocoonte (sobre todo el brazo derecho); sin embargo, en descubrimientos posteriores se identificó su posición original.
“Laocoonte y sus hijos” ocupa un lugar destacado en los Museos Vaticanos, en el Patio del Belvedere. Se encuentra en el Patio Octogonal (Cortile Ottagono), donde sigue cautivando a los visitantes por su dinámica expresión y composición.
2. La Creación de Adán – Capilla Sixtina de Miguel Ángel
“La Creación de Adán” es uno de los frescos más emblemáticos de Miguel Ángel, pintado directamente sobre el techo de la Capilla Sixtina. Se terminó hacia 1512, durante el Renacimiento, bajo el patrocinio del papa Julio II. Esta obra maestra muestra la pericia de Miguel Ángel en la anatomía humana y el uso del espacio, representando el momento en que Dios insufla vida a Adán. Las vívidas imágenes y expresivas figuras ejemplifican el estilo artístico del Alto Renacimiento.
Las curiosidades sobre “La Creación de Adán” se centran a menudo en los símbolos ocultos en la obra, como la forma que rodea a Dios y que se asemeja a un cerebro humano, que algunos interpretan como un mensaje sobre la iluminación divina en el intelecto humano. Además, se especula sobre varias representaciones anatómicas en el séquito de Dios, que reflejan los amplios conocimientos de Miguel Ángel sobre anatomía humana adquiridos mediante disecciones. Con el tiempo, este fresco se ha convertido en una representación simbólica de la creación humana y ha inspirado innumerables representaciones en la cultura popular.
“La Creación de Adán” descansa en el techo abovedado de la Capilla Sixtina, situada en el Palacio Apostólico, residencia oficial del Papa en la Ciudad del Vaticano. Concretamente, se encuentra en el panel más cercano al altar, casi en el centro del techo de la capilla.
3. La Escuela de Atenas – Obra maestra de Rafael
La “Escuela de Atenas” es un célebre fresco pintado por el artista renacentista italiano Raffaello Sanzio, más conocido como Rafael. Realizada entre 1509 y 1511, esta exquisita obra maestra forma parte del encargo de Rafael para decorar las salas hoy conocidas como las Stanze di Raffaello en el Palacio Apostólico del Vaticano. El fresco fue encargado por el Papa Julio II, reflejando la ambiciosa visión del pontífice de Roma como centro intelectual y artístico del mundo. La obra de Rafael es una representación monumental que celebra a los grandes pensadores de la antigüedad clásica y personifica el arte del Alto Renacimiento por su armoniosa composición, perspectiva arquitectónica y representación de los filósofos antiguos.
De hecho, Rafael se incluyó a sí mismo en esta vasta asamblea de grandes pensadores. Se le puede ver en el extremo derecho del cuadro, mirando directamente al espectador con tranquila confianza, un detalle que a menudo pasa desapercibido. También es cautivadora la forma en que Rafael utilizó figuras contemporáneas para algunos filósofos. Por ejemplo, Leonardo da Vinci es representado como Platón.
“La Escuela de Atenas” se encuentra en lo que hoy se conoce como las Estancias de Rafael (Stanze di Raffaello), concretamente la Stanza della Segnatura -la primera sala que decoraron Rafael y sus alumnos-.
4. La Transfiguración – El último cuadro de Rafael
La Transfiguración” se considera uno de los mejores cuadros del Renacimiento. Creada en 1520, esta obra fue la última que pintó Rafael antes de su muerte prematura ese mismo año a la edad de 37. “La Transfiguración” fue encargada por el cardenal Giulio de Medici, que más tarde se convertiría en el papa Clemente VII, y se presentó al público poco después del fallecimiento de Rafael. Representa una fusión de los estilos del Alto Renacimiento y el Manierismo, capturando la narrativa bíblica y la emoción humana. El cuadro representa dramáticamente dos escenas del Nuevo Testamento: la transfiguración de Cristo en la cima de una montaña y, debajo, un episodio de exorcismo.
La Transfiguración es particularmente notable no sólo por su vívida representación, sino también por su importancia histórica; colgó sobre el propio féretro de Rafael durante su funeral en reconocimiento a su contribución al arte renacentista. Además, algunos especulan con que la repentina muerte de Rafael dejó partes del cuadro que posiblemente completaron sus alumnos.
En la actualidad, La Transfiguración se encuentra en la Pinacoteca Vaticana, concretamente en la Sala VIII.
5. La Piedad de Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro
La “Madonna della Pietà”, también conocida como la “Piedad”, es una de las famosas esculturas de Miguel Ángel Buonarroti. Representa a la Virgen María sosteniendo el cuerpo de Jesucristo tras su crucifixión. Esculpida en un único bloque de mármol de Carrara, esta obra maestra fue terminada en 1499, cuando Michelangelo tenía sólo 24 años.
La Piedad destaca por la delicadeza de sus figuras y su expresión emocional, que encapsulan el estilo del Alto Renacimiento. Se trata de la única obra firmada por Miguel Ángel; su nombre figura en el pecho de María, a raíz de una anécdota según la cual escuchó a unos visitantes atribuir la obra a otro escultor. Otro hecho destacable es que, a pesar de su delicada apariencia, la escultura ha demostrado su resistencia a lo largo del tiempo, con una importante excepción. En 1972, un geólogo perturbado mentalmente atacó la estatua con un martillo, rompiendo el brazo de María antes de ser sometido. La restauración posterior fue meticulosa, requiriendo volver a unir piezas y un cuidadoso pulido para devolverle su esplendor original.
La “Madonna della Pietà” de Miguel Ángel se encuentra en la Basílica de San Pedro. Se encuentra concretamente en la primera capilla a la derecha al entrar en la entrada principal de la basílica -la Capilla de la Piedad- y está protegida por un cristal acrílico a prueba de balas desde el mencionado incidente. Los visitantes pueden localizarla buscando las señales que indican “Cappella della Pietà” mientras recorren el majestuoso interior de la basílica de San Pedro.
6. Apolo de Belvedere
El Apolo Belvedere es una conocida escultura de la Antigua Grecia redescubierta a finales del siglo XV y admirada de inmediato por su ejemplar representación de la belleza clásica. El año exacto de la creación original sigue siendo incierto, pero se cree que fue esculpida entre los siglos I y II d.C.. La identidad del escultor es igualmente elusiva, aunque algunos la atribuyen a Leochares, un antiguo escultor griego del siglo IV a.C. El Vaticano adquirió esta obra maestra en el siglo XVI, gracias al Papa Julio II, cuyo pontificado duró de 1503 a 1513.
La escultura encarna el estilo altoclásico de la antigua Grecia, caracterizado por postura de contrapposto y formas anatómicas idealizadas. Representa a Apolo, el dios olímpico de la música y la poesía, en un momento de acción aplomada con la mano izquierda extendida, tal vez sosteniendo un atributo desaparecido como un arco o una lira. Un dato curioso es que en un principio se le confundió con el dios Plutón, hasta que el entendido en arte Giovanni Angelo Montorsoli lo corrigió. Durante siglos se erigió en símbolo de la belleza y la perfección masculinas, hasta el punto de que Goethe comentó en una ocasión que “trasciende toda descripción”. También desempeñó un papel crucial durante el Renacimiento, influyendo en los artistas por sus perfectas proporciones y convirtiéndose en un objeto de estudio obligado para los aspirantes a artistas. La creencia en su supremacía estética permaneció prácticamente incontestada hasta principios del siglo XX, cuando los historiadores del arte empezaron a favorecer las obras más expresivas en detrimento de las que encarnaban los ideales clásicos.
La escultura Apolo Belvedere adorna los Museos Vaticanos dentro del famoso patio octogonal del Museo Pío-Clementino.
7. Galería de Mapas – Arte geográfico en las paredes del Vaticano
La Galería de Mapas muestra la cartografía geográfica de una forma visual asombrosa. Estos mapas fueron diseñados por el fraile y geógrafo Ignazio Danti por encargo del Papa Gregorio XIII. Fueron creados entre 1580 y 1583 para ilustrar las regiones de Italia y las posesiones de la Iglesia en aquella época. Cada mapa combina ciencia y arte, representando meticulosamente los territorios italianos y los principales puntos de referencia. Se trataba de una época en la que los mapas eran cruciales para la administración y las campañas militares. Los frescos ricamente detallados que recorren los 120 metros de la galería son logros artísticos valorados por su importancia histórica.
Es fascinante observar que estos mapas contienen algunas inexactitudes geográficas debido a los limitados conocimientos y tecnología disponibles en la época. Además, una de las intenciones de Danti era reflejar la geografía física y el dominio político. El resultado fue una mezcla de cartografía con sutiles mensajes sobre el poder y el alcance del papado durante ese periodo. Otro dato curioso es que, junto a los paisajes de Italia, Danti incluyó varios paneles que mostraban acontecimientos importantes de la historia cristiana, enlazando una narración religiosa con la representación topográfica.
Puedes encontrar esta encantadora colección en la planta superior de los Palacios Vaticanos. Cubre casi toda una pared y se extiende por un pasillo de 120 metros de largo, una de las galerías más largas del museo. Concretamente, se encuentra en el lado oeste del Patio Belvedere, un pasillo que conecta el Palacio Apostólico con la Capilla Sixtina.
8. San Jerónimo en el desierto, Leonardo da Vinci
San Jerónimo en el desierto es una obra maestra inacabada que, según se cree, comenzó hacia 1480 el legendario artista Leonardo da Vinci. La historia del cuadro es un tanto turbia, y su fecha exacta de creación es objeto de especulación por parte de los expertos.
La obra fue adquirida por el Papa Pío IX en 1856, lo que la convierte en una de las piezas más prestigiosas de la colección vaticana. Estilísticamente, presenta la característica técnica del sfumato de da Vinci y transmite una sensación de aislamiento. San Jerónimo aparece representado como una figura ascética en un paisaje rocoso, golpeándose el pecho con una piedra en penitencia, mientras un león descansa apaciblemente en la escena, una referencia a las leyendas sobre San Jerónimo domando a un león al quitarle una espina de la pata.
San Jerónimo en el desierto es un ejemplo único de proceso creativo de Leonardo; su estado inacabado permite ver sus dibujos y cómo construía una composición. En su día fue cortado en pedazos antes de ser reconocido como obra de da Vinci y fue posteriormente restaurado. En la actualidad, los visitantes de los Museos Vaticanos pueden encontrar esta preciosa obra de arte en la sala XV de la Pinacoteca Vaticana.
9. Virgen de Foligno de Rafael
La Virgen de Foligno es una magnífica obra del maestro italiano Rafael. Terminada en 1511, esta obra fue encargada por Sigismondo de’ Conti para agradecer a la Virgen María la asistencia divina que le había concedido tras una experiencia cercana a la muerte. El Papa Julio II adquirió el cuadro, que fue expuesto en 1565. Posteriormente fue regalada al Papa Pío VII, quien la colgó en los Museos Vaticanos en 1815. La Virgen de Foligno muestra la maestría de Rafael en el estilo del Alto Renacimiento, mezclando una espléndida gama de colores con figuras íntimas que demuestran profundidad y emoción.
Esta obra maestra fue casi destruida cuando la iglesia donde se encontraba originalmente sufrió graves daños durante un terremoto. Por suerte, el cuadro había sido trasladado antes del suceso, lo que evitó su destrucción. La Virgen de Foligno representa a cuatro santos alrededor de la Virgen y el Niño: San Juan Bautista, San Francisco de Asís, San Jerónimo y el patrón de Sigismondo de’ Conti, San Nicolás de Tolentino; todos ellos rodeados de una visión celestial. La magnífica obra se encuentra en la Sala IX de la Pinacoteca Vaticana, en los Museos Vaticanos.
10. San Pedro entronizado
San Pedro entronizado es una famosa escultura de las vastas colecciones del Museo Vaticano. Se calcula que fue realizada en el siglo XIII y se atribuye a Arnolfo di Cambio, arquitecto y escultor italiano. El Vaticano la adquirió bajo el pontificado de Bonifacio VIII. La escultura es venerada por su encarnación del arte gótico, caracterizado por su estilo naturalista y detallista. La imagen presenta a San Pedro sentado solemnemente, simbolizando la autoridad eclesiástica y la tradición, sosteniendo las llaves del cielo.
Se cree que los visitantes que toquen o besen el pie de la estatua de San Pedro recibirán favores celestiales, lo que ha provocado que el pie derecho se haya desgastado considerablemente con el paso del tiempo. Otro hecho curioso es que durante las coronaciones papales, la estatua se vestía con una tiara papal real, un anillo y vestiduras que representaban la presencia simbólica de San Pedro en estos eventos significativos.
11. Torso de Belvedere – Una obra maestra del mármol helenístico
El Torso del Belvedere es una antigua escultura de mármol famosa por su exquisita factura e influencia. Esculpida en el siglo I a.C., la obra maestra se atribuye al escultor ateniense Apolonio, hijo de Néstor, como indica la firma de la propia escultura. Adquirida para la colección vaticana por el papa Julio II a principios del siglo XVI, es desde entonces una de las piezas más famosas de los Museos Vaticanos. La escultura es una pieza ejemplar del arte helenístico, caracterizada por su musculatura realista y la dramática torsión del torso que capta una sensación de movimiento y tensión dentro de la piedra. Aunque carece de extremidades y de cabeza, este fragmento de una estatua mayor representa el torso de una figura masculina -posiblemente Heracles-, lo que demuestra una extraordinaria habilidad escultórica para representar la anatomía humana.
El torso del Belvedere ha influido notablemente en el arte y los artistas durante siglos. Miguel Ángel Buonarroti lo veneraba por su perfección y se inspiró en él para su obra en la Capilla Sixtina. Supuestamente afirmaba que este torso era suficiente para representar todo el arte y que ver más era innecesario. A pesar de las numerosas peticiones y presiones para restaurarlo añadiéndole extremidades y una cabeza, Miguel Ángel se opuso a tales modificaciones, por lo que la pieza permanece incompleta tal y como se encontró originalmente. Hoy, los visitantes pueden encontrar esta notable escultura en el Museo Pio-Clementino dentro de los Museos Vaticanos, en la Sala delle Muse, sala VIII, rodeada de otras esculturas clásicas en un espacio diseñado por Bramante.
12. La Adoración de los Magos de Leonardo da Vinci
La Adoración de los Magos de Leonardo da Vinci es una obra inacabada que ofrece una visión de las técnicas magistrales de uno de los artistas más venerados de la Italia del Renacimiento. Aunque nunca llegó a completarse, el cuadro comenzó a pintarse en 1481. Es famosa por su composición y por el innovador uso de la perspectiva, característico del estilo de da Vinci. La obra muestra una serie de figuras dispuestas en una escena compleja y dinámica que rodea las figuras centrales de la Virgen María y el Niño Jesús.
Leonardo dejó la obra inacabada porque se trasladó a Milán en 1482 para servir al duque Ludovico Sforza. La obra maestra abandonada revela mucho sobre el proceso creativo de Leonardo a través de sus detallados dibujos, visibles bajo las escasas capas de pintura. Este estado único permite a los estudiosos estudiar directamente la evolución de sus ideas y técnicas. Además, se especula que algunos rostros pueden ser ejemplos tempranos de los experimentos de da Vinci con la caricatura. La Adoración de los Magos se encuentra en la Pinacoteca Vaticana.
13. El Juicio Final – Secuela de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel
El Juicio Final de Miguel Ángel es un monumental fresco que adorna la pared del altar de la Capilla Sixtina. Encargado por el papa Clemente VII, la obra se inició bajo su pontificado hacia 1536. Tras la muerte de Clemente VII, el proyecto continuó bajo el papa Pablo III Farnesio, que puso especial empeño en su finalización. Miguel Ángel terminó esta obra maestra en 1541, tras varios años de trabajo solitario. La influencia de Giotto di Bondone en Miguel Ángel es evidente en su énfasis en la emoción humana y en la fisicidad de las figuras. Sin embargo, Miguel Ángel trasciende el estilo de Giotto mediante el uso de complejas composiciones y su propio enfoque único para transmitir la intensidad psicológica.
“El Juicio Final” se aleja de la serenidad del anterior techo de la Capilla Sixtina para convertirse en una escena dinámica y dramática que refleja el cambiante panorama religioso y artístico de mediados del siglo XVI. El fresco representa la segunda venida de Cristo y el juicio final de las almas, con los bienaventurados ascendiendo al cielo a la derecha de Cristo y los condenados descendiendo al infierno a su izquierda. El estilo es manierista, caracterizado por figuras alargadas y musculatura exagerada, lo que contribuye a una sensación de movimiento y dramatismo. También destaca por su paleta de colores vivos.
Biagio da Cesena, maestro de ceremonias del Vaticano en la época de Miguel Ángel, criticó la desnudez presente en el fresco, calificándolo de más apropiado para baños públicos o tabernas que para una capilla sagrada. En respuesta a estas quejas y a las normas de decoro postridentinas, el Papa Pío IV inició una campaña dirigida por el artista Daniele da Volterra, que añadió cortinajes para cubrir los genitales de algunas de las figuras. Años más tarde, de 1980 a 1994, “El Juicio Final” fue sometido a una importante limpieza y restauración que revivió su color, brillo y detalle originales.
El Juicio Final” de Miguel Ángel se encuentra en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico.
14. Baco y Ariadna de Guido Reni
Baco y Ariadna es un famoso cuadro barroco de Guido Reni. Representa el encuentro entre Baco, dios del vino, y Ariadna, hija del rey Minos de Creta, con un estilo que destaca por su composición dinámica y el uso de la luz para modelar las formas.
Un hecho interesante es que Guido Reni realizó esta obra durante su periodo de madurez, cuando viró hacia el uso de colores más fríos y desarrolló una ligereza etérea en la representación de las figuras. Esta tendencia es evidente en Baco y Ariadna. Resulta fascinante que las representaciones de Reni de temas mitológicos, como en esta obra, reflejen a menudo la tensión entre la pasión mundana y la pureza espiritual, un tema que resonó profundamente durante la Contrarreforma. En la actualidad, “Baco y Ariadna” se expone en la Sala VIII de la Pinacoteca Vaticana.
15. Frescos de Pinturicchio en los Apartamentos Borgia
Los Apartamentos Borgia de los Museos Vaticanos albergan una colección de frescos de Bernardino di Betto, conocido como Pinturicchio, eminente pintor del Renacimiento italiano. Los frescos fueron pintados hacia 1492-1494, durante el papado de Alejandro VI, Rodrigo Borgia, que da nombre a las habitaciones y los apartamentos. La obra de Pinturicchio representa uno de los ejemplos más notables de la transición de los estilos artísticos medieval a renacentista.
Curiosamente, los frescos permanecieron ocultos bajo capas de pintura durante varios siglos hasta su redescubrimiento a finales del siglo XIX durante una restauración. Se dice que estos frescos contienen una de las primeras representaciones conocidas de nativos americanos, influida por el regreso de Cristóbal Colón del Nuevo Mundo, que coincidió con su creación.
Situados en la segunda planta del Palacio Apostólico, estos frescos de gran riqueza histórica se encuentran en varias salas, entre ellas la Sala de las Sibilas y la Sala de los Misterios.
16. Colecciones del Museo Gregoriano de Egipto
La colección del Museo Gregoriano de Egipto constituye uno de los conjuntos más importantes de arte y objetos del antiguo Egipto fuera de Egipto.
El museo fue fundado por el Papa Gregorio XVI en 1839 y expone una amplia colección de objetos creados durante varios periodos de la historia egipcia, desde la época de los faraones hasta la época romana. Una obra notable de esta colección es la estatua de Anubis, el antiguo dios egipcio asociado con la momificación y la vida después de la muerte. Las piezas del museo fueron adquiridas a lo largo del tiempo por diversos medios, como donaciones, compras y excavaciones arqueológicas patrocinadas por sucesivos pontífices.
17. Martirio de San Erasmo
El “Martirio de San Erasmo” es una sobrecogedora obra de arte de Nicolas Poussin, creada en 1628. Poussin, uno de los principales pintores del estilo barroco clásico francés, compuso hábilmente esta obra histórica que representa vívidamente la atroz tragedia del martirio de San Erasmo. El Vaticano adquirió la obra bajo el patrocinio del Papa Clemente IX en el siglo XVII.
18. Liberación de San Pedro de Rafael
La liberación de San Pedro es un fresco pintado por Rafael. Esta importante obra fue creada en 1514 como parte del encargo de Rafael para decorar la Stanza di Eliodoro. El Papa Julio II lo encargó y más tarde lo completó bajo el patrocinio de su sucesor, León X. El fresco se caracteriza por sus vívidas imágenes, su armoniosa composición y el uso dramático del claroscuro para representar la luz y la sombra, técnicas que Rafael dominaba y que ilustran su genio para dar vida a las narraciones bíblicas.
19. Augusto de Prima Porta
El Augusto de Prima Porta es una famosa estatua de mármol del primer emperador romano, César Augusto. Encargada en el año 20 a.C., es una de las obras de arte más emblemáticas del mundo antiguo. La escultura fue desenterrada en 1863 en la Villa de Livia, cerca de Prima Porta, al norte de Roma, residencia de Livia Drusila, esposa de Augusto.
Esta magnífica pieza representa a Augusto en una pose imponente, con unas proporciones y un estilo que reflejan el idealismo del arte clásico. Dada su adherencia al canon griego de proporciones y formalidad, se cree que pudo haber sido creada o inspirada por Policleto o sus seguidores.
La estatua destaca por varias características, como una coraza intrincadamente detallada que representa hazañas diplomáticas y el regreso del dios Marte de la guerra. Otro aspecto fascinante es la postura descalza de Augusto, que en la cultura romana representaba el estatus divino o la apoteosis al morir. También incorpora un pequeño Cupido cabalgando sobre un delfín en su pierna derecha, símbolo de su pretendida descendencia de la diosa Venus y de una victoria naval en Actium. Cabe señalar que, aunque originalmente estaba pintado con colores vibrantes, sólo quedan vestigios que sugieran su antiguo esplendor policromado.
20. Mosaicos de la época romana
Los mosaicos romanos de los Museos Vaticanos son un impresionante testimonio de las habilidades artísticas romanas y han fascinado a los visitantes durante siglos. Muchas piezas fueron probablemente adquiridas durante el Renacimiento, cuando se renovó el interés por el arte y la cultura clásicos. El estilo de estos mosaicos abarca desde motivos geométricos hasta elaboradas escenas mitológicas, y cada pieza está meticulosamente ensamblada con pequeñas teselas de piedra coloreada, vidrio o cerámica.
Algunos de estos mosaicos eran originalmente suelos de lujosas villas y baños romanos. Su complejidad y la calidad de los materiales utilizados reflejan la riqueza y el estatus de los propietarios. Otros proporcionan información sobre la vida cotidiana y las creencias de los antiguos romanos al representar actividades como la caza e imágenes relacionadas con dioses y diosas.
En la actualidad, estos mosaicos se encuentran en diversos lugares de los Museos Vaticanos. Sin embargo, muchos de ellos se encuentran en la sala XIV del Museo Gregoriano Profano, dedicada exclusivamente a exponer objetos clásicos como estas obras maestras de la antigua Roma.
21. El entierro de Cristo
El “Entierro de Cristo” es una famosa obra del artista renacentista italiano Caravaggio, también conocido como Michelangelo Merisi, y fue creada en 1603-1604. Esta obra maestra es una de las obras más conmovedoras de Caravaggio, ya que capta el momento en que el cuerpo de Cristo es depositado en el sepulcro. El Vaticano adquirió el cuadro durante el pontificado de Pablo VI en 1970.
El estilo único de Caravaggio, caracterizado por una iluminación dramática y representaciones realistas de las emociones humanas, está plenamente presente en esta obra. El cuadro destaca por su técnica del claroscuro.
Los historiadores del arte han señalado que Caravaggio utilizaba personas reales de su época como modelos para sus figuras religiosas, lo que daba una dimensión más auténtica y realista a sus escenas bíblicas. A diferencia de otros artistas que idealizaban a sus personajes, la inclinación de Caravaggio por el naturalismo le enfrentó a menudo con las autoridades eclesiásticas, más acostumbradas a las representaciones tradicionales de los personajes sagrados. Esta obra se expone en la Sala VIII (Sala de la Madonna Aldobrandini), situada en el piso superior de la Pinacoteca de los Museos Vaticanos.
Consejos para visitar los Museos Vaticanos en Roma
- Compra tus entradas en línea con antelación para evitar largas colas. Así tendrás una hora de entrada programada y un acceso más rápido a los museos.
- Opta por el momento adecuado: Los Museos Vaticanos están menos concurridos a última hora de la tarde, especialmente los días laborables. Considera la posibilidad de visitarlos a esta hora para explorarlos más cómodamente.
- Utiliza la audioguía oficial: Los museos ofrecen una audioguía oficial que proporciona información detallada sobre las obras de arte y la historia de los Museos Vaticanos. Esto puede mejorar significativamente tu visita.
- Vístete adecuadamente: Dado que el Vaticano es un lugar religioso, se requiere un atuendo apropiado. Esto significa que los hombros y las rodillas deben estar cubiertos.
- Empieza por arriba: Comienza la visita en la última planta y ve bajando. Las galerías superiores suelen estar menos concurridas, por lo que podrá disfrutar de ellas antes de llegar a las zonas más congestionadas.
- No te pierdas la Capilla Sixtina: La Capilla Sixtina es uno de los lugares más destacados; asegúrate de que está incluida en tu entrada. Recuerda que no está permitido hablar ni hacer fotografías en el interior y que puede haber largas colas para entrar.
- Tómate un descanso en el Patio de las Piñas: es un lugar estupendo dentro de los museos para relajarse, tomar un tentempié y admirar la hermosa escultura de bronce en forma de piña.
- Considera una visita guiada: Una visita guiada puede proporcionar contexto y perspectivas que de otro modo podrías perderte. Muchas visitas también ofrecen acceso sin colas como ventaja adicional.
- Prepárate para los controles de seguridad: Hay controles de seguridad similares a los de un aeropuerto en la entrada de los museos. Lleva el menor número posible de objetos y evita los prohibidos, como bolsos grandes o paraguas, para ahorrar tiempo.
- Visita después las atracciones cercanas: Una vez que salgas de los Museos Vaticanos, no puedes dejar de visitar la Basílica de San Pedro o las atracciones cercanas de la Ciudad del Vaticano para aprovechar al máximo tu viaje a este lugar único.
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