Muchas veces, los cementerios son un reflejo fiel de los lugares en los que se encuentran. Como una ciudad dentro de otra que imita a escala la dinámica de su sociedad.
Y precisamente esto ocurre en el Cementerio de Montjuïc de Barcelona, el lugar de descanso final más célebre y prestigioso de la Ciudad Condal, un micro cosmos en el que las familias burguesas catalanas de finales del XIX competían por alzar el mausoleo más formidable. Todo valía por tener una morada de alto-standing en el más allá.
Dos de las familias que encarnan esta competitividad burguesa tan típica del fin de siècle barcelónés son las Amatller y Batlló, más conocidas por sus respectivas casas en la Manzana de de la Discordia del passeig de Gràcia y que volvemos a ver enfrentadas en Montjuïc en un último desafío del «yo la tengo más grande» (la tumba, se entiende) en Montjuïc. Una se decantó por el neo-románico, mientras la otra se lanzaba en los brazos del neo-egipcio (ambas neo-corrientes más o menos relacionadas con el modernismo).
Porque si hay un factor que define a este impresionante cementiri, además de su dramático emplazamiento en la ladera de la montaña con vistas al mar, es su eclecticismo arquitectónico.
Al igual que sucede en la ciudad en que se aloja, aquí el modernismo es el rey. Y es que no hay que olvidar que si bien los arquitectos más célebres del modernisme català (entre ellos Gaudí) son famosos por sus palacetes residenciales, muchos se sacaban un dinerillo extra diseñando las residencias finales de los potentados de la época.
Si bien la montaña de Montjuïc había servido como lugar de enterramiento judío durante la edad media (de hecho Montjuïc significa «montaña de los judíos» en catalán antiguo), el cementerio de Montjuïc como tal abrió sus puertas el 17 de marzo de 1883.
Tal y como sucedió con otros grandes cementerios como el de La Almudena o el de Père Lachaise, su apertura se derivó de la superpoblación de los pequeños camposantos locales y la necesidad de alejar, en la medida de lo posible, los enterramientos de las zonas pobladas del centro de la ciudad.
En el momento de su apertura, Barcelona contaba con pequeños cementerios en Sant Andreu, Sant Gervasi, Sants y Horta, además de un camposanto mayor, el cementerio de Poble Nou o de l’Est. Sin embargo, la explosión demográfica que experimentó la ciudad durante la era industrial obligó a diseñar la creación de una nueva gran necrópolis en la falda sur de la montaña de Montjuïc.
Como novedad, el nuevo camposanto contaba con espacios designados a enterramientos de personas de distintas religiones.
Actualmente el cementerio sigue utilizándose, si bien es imposible su expansión. Las tumbas más antiguas se encuentran en la parte baja del cementerio y a medida que se asciende las fechas de las lápidas se van haciendo más recientes.
En general el cementerio de Montjuïc es uno de los lugares más evocadores y bellos (si se me permite) de Barcelona.
Es una verdadera lástima… que no me haya topado hasta hoy con este post! Soy un «apasionado» del turismo funerario, tanto que lo investigo en mis tesis de máster de Turismo Cultural y Planificación de Destinos. Considero que el turismo funerario es bien distinto del turismo negro y de morbo con el que muchos lo relacionan. Son verdaderos museos al aire libre que combinan una espectacular riqueza escultórica y arquitectónica, historias del propio pueblo, historias de personajes ilustres, paisajes y lugares de memoria. Y el de Montjuïc en concreto, el mejor cementerio que, por ahora, me he encontrado. Enhorabuena y gracias por el post.
Es un buen aporte, no solo son lugares románticos, sino también llenos de historias y de encuentros con personas que tienen sentimientos encontrados, anécdotas y tiempo de sobra para decir algo más que el recuerdo de sus seres queridos. Que bonito post!
vamos que imagenes son realmente fabulosas me recuerdad el cementerio de colon en la Habana , viaje allá a través de esta agencia http://www.booktocuba.com y me fue muy bien,..saludos y gracias por el post
Interesante artículo. Supongo que haré una visita. Hay que tener en cuenta que los cementerios son lugares llenos de misterio y atraen a gente muy romántica en el más puro sentido de la palabra.
Casi tendría sentido hacer una web especializada sobre el tema pero quizás sería morboso el tema.
Si vienes por Asturias, no dejes de visitar el de LUarca…