Su nombre está por todas partes: en señales, museos e incluso rotondas. Desde el aeropuerto hasta centros de arte excavados en lava, es imposible pasar más de un día en Lanzarote sin encontrarse con algún rastro de su legado. Pero ¿quién fue exactamente César Manrique?
Este artículo explora la vida y el impacto del hijo más ilustre de Lanzarote: pintor, escultor, arquitecto y visionario medioambiental. Manrique no solo decoró la isla: ayudó a definir su imagen, sus normas y su relación con el turismo. Sigue leyendo para descubrir cómo un solo hombre dejó una huella tan poderosa como el propio paisaje volcánico de Lanzarote.
¿Quién fue César Manrique?
César Manrique nació en 1919 en Arrecife, la capital de Lanzarote, y estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. En un principio centrado en la pintura, se trasladó más tarde a Nueva York en la década de 1960, donde expuso en el Guggenheim y se relacionó con figuras clave del expresionismo abstracto. A pesar del éxito internacional, regresó a Lanzarote en 1966 con una nueva misión: dar forma al futuro de su tierra natal.
Lo que vino después fue un giro del lienzo al paisaje. Manrique abrazó la arquitectura, el diseño y el activismo. Sus proyectos integraron tubos volcánicos, cuevas y acantilados con líneas modernistas limpias y la estética tradicional de la isla. También se convirtió en un firme opositor del desarrollo masivo y del turismo descontrolado, al ver Lanzarote como un lienzo digno de ser protegido.
La visión de Manrique para Lanzarote
Manrique imaginó Lanzarote como un modelo de desarrollo que respetara la naturaleza en lugar de borrarla. Luchó contra los rascacielos, la publicidad exterior y la expansión turística sin control, promoviendo en su lugar construcciones de baja altura pintadas de blanco, verde y azul, reflejando el estilo tradicional canario. Gracias a su influencia, se adoptaron normativas urbanísticas estrictas que limitaban la altura de los edificios y fomentaban la coherencia arquitectónica.
También veía el turismo no como una amenaza, sino como una fuerza que debía ser guiada. Manrique creía que los visitantes debían venir a descubrir la belleza volcánica y la cultura local de la isla, no una versión importada de un resort playero. Su enfoque ayudó a que Lanzarote obtuviera el estatus de Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993, un año después de su fallecimiento.
Lugares imprescindibles de Manrique
Lanzarote está repleta de paisajes sorprendentes, pero algunos de sus rincones más icónicos llevan la huella directa de Manrique. Estos son los principales espacios diseñados por César Manrique que puedes visitar en la isla:
Jardín de Cactus
Situado en el pueblo de Guatiza, este jardín botánico ocupa una antigua cantera y alberga más de 4.500 ejemplares de cactus procedentes de los cinco continentes. El diseño de Manrique combina terrazas curvas, piedra volcánica y esculturas de hierro, incluyendo un gran cactus metálico en la entrada.
Monumento al Campesino
Esta escultura abstracta de color blanco se encuentra en el centro de la isla y rinde homenaje a la tenacidad de los agricultores lanzaroteños. El centro cultural que lo rodea presenta arquitectura tradicional y talleres que celebran la artesanía canaria. También cuenta con un restaurante local muy bien valorado.
Fundación César Manrique
Ubicada en la antigua residencia de Manrique en Tahíche, la fundación muestra su obra artística y vital. La casa se construyó sobre burbujas volcánicas, dando lugar a varias estancias subterráneas de aspecto surrealista. Es tanto un museo como una declaración de principios.
Casa Museo César Manrique
Ubicada en Haría, esta casa museo ofrece una visión más íntima de los últimos años del artista. Rodeada de palmeras y situada en un valle tranquilo, la vivienda conserva su estudio y objetos personales, revelando su día a día y su proceso creativo.
Museo LagOmar
Concebido originalmente por Manrique junto al arquitecto Jesús Soto, LagOmar es un espacio arquitectónico de ensueño excavado en la roca volcánica de Nazaret. Brevemente propiedad del actor Omar Sharif, incluye túneles, escaleras, jardines y estanques que funden naturaleza y diseño. Actualmente funciona como museo, bar y espacio cultural, continuando el legado de arquitectura orgánica que Manrique defendía.
Restaurante El Diablo (Parque Nacional de Timanfaya)
Ubicado en plena Montañas del Fuego, este restaurante circular fue diseñado por Manrique y cocina sus platos con el calor natural del volcán. Las parrillas están situadas sobre respiraderos geotérmicos, y las paredes acristaladas ofrecen vistas panorámicas del paisaje volcánico.
Museo Internacional de Arte Contemporáneo (MIAC) – Castillo de San José
Manrique transformó esta fortaleza del siglo XVIII, situada en el puerto de Arrecife, en un museo elegante dedicado al arte moderno y contemporáneo. El espacio combina arquitectura histórica con líneas interiores audaces, y su restaurante ofrece vistas al mar.
Juguetes del Viento
Estas esculturas cinéticas están repartidas por las rotondas y plazas de Lanzarote. Fabricadas con formas metálicas de colores que giran con el viento, representan el deseo de Manrique de fusionar movimiento, energía y entorno en el arte público.
El legado: Manrique y su huella en Lanzarote
El legado de Manrique sigue marcando la apariencia y el desarrollo de Lanzarote. Las normativas locales continúan imponiendo restricciones de altura, coherencia estética y control de cartelería, muchas de ellas impulsadas originalmente por sus campañas. Su defensa de un modelo turístico sostenible logró mantener alejadas las grandes cadenas hoteleras durante décadas, a diferencia de lo ocurrido en Gran Canaria o Tenerife.
El turismo en Lanzarote sigue centrado en el paisaje, el arte y la naturaleza, más que en los paquetes todo incluido. La Fundación César Manrique, aún activa, promueve la protección medioambiental y proyectos culturales alineados con su filosofía.
Cómo recorrer Lanzarote desde la mirada de Manrique
Puedes vivir la visión de Manrique en uno o dos días alquilando un coche y siguiendo una ruta circular flexible. Parte desde Arrecife o Costa Teguise y visita la Fundación César Manrique en Tahíche. Luego, dirígete hacia el norte para ver el Jardín de Cactus, los Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes. Tras el almuerzo, continúa hacia el oeste hasta llegar al Mirador del Río.
Si dispones de un segundo día, empieza en San Bartolomé con el Monumento al Campesino, después visita el Parque Nacional de Timanfaya (aunque no fue diseñado por Manrique, está estrechamente vinculado a su visión de conservación). Por la tarde, puedes relajarte en Playa Famara o explorar la Casa Museo de César Manrique en Haría.
Las distancias de conducción son cortas—no más de 45 minutos entre la mayoría de los puntos—y las carreteras están bien mantenidas, con señalización clara hacia los principales atractivos. El alquiler de coche es económico (desde unos 30?€ al día). El transporte público es limitado para llegar a estos sitios, por lo que disponer de vehículo facilita mucho la ruta.
Si planeas una ruta centrada en Manrique, te conviene alojarte en una localidad central o del norte como Haría o Costa Teguise. Estas zonas ofrecen un acceso más sencillo a sus principales obras sin el bullicio turístico del sur de la isla.
En definitiva, aunque el paisaje lunar de Lanzarote ya es inolvidable por sí solo, el toque de Manrique lo convirtió en una obra de arte. No se limitó a conservar la isla: la elevó. Ya sea contemplando el cráter de un volcán o las aguas tranquilas de los Jameos del Agua, su presencia sigue muy viva. Visitar Lanzarote es pasear por una galería de arte al aire libre, una que sigue inspirando mucho después de que el pincel se haya detenido.
Deja una respuesta
Ver comentarios