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Motivos por los que soy el peor compañero de viajes del mundo

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Tenemos que hablar, y no eres tú, soy yo.

Hoy me apetece contarte cosas que a lo mejor no sabías de mí. Pero en vez de un post enternecedor sobre las mejores cosas de mi pintoresca personalidad que hará que quieras ser mi BFF, vengo a enumerar las características más vomitivas de mi alter ego viajero.

He compilado una lista con las cosas que odiarías de mí y harán que nunca quieras viajar conmigo, condenándome a viajar solo el resto de mi vida.

Como siempre, recomiendo leerlo con precaución. Aunque está basada en hechos reales, está escrita en clave de humor, algunos hechos, situaciones o personajes han sido exagerados o dramatizados para tu entretenimiento.

No soy tan mochilero como piensas

Aunque me apasionan los chollos y buscar hoteles y vuelos baratos es uno de mis hobbies favoritos (incluso si no tengo pensado viajar de forma inmediata). Soy bastante más acomodado de lo que mucha gente cree.

Por ejemplo, si tengo que pagar 100 euros más para evitar volar con Ryanair y permitirme un vuelo de una aerolínea bandera, estoy más que dispuesto a pagarlos.

Lo mismo se aplica a mi alojamiento. No soy demasiado fan de los albergues. Aunque está claro que en según qué destinos y circunstancias los alojamientos compartidos son la mejor opción para conocer gente y ahorrar algo de dinero, yo prefiero ser el rey de mi reino y tener una habitación privada. Si la habitación está en un hotel con piscina, mejor que mejor.

Los aeropuertos me estresan

Este puede ser un punto un poco redundante ya que mucha gente odia los aeropuertos.

Sin embargo, algunas personas disfrutan de la experiencia aeroportuaria como si de un parque de atracciones se tratase. De hecho, mi amigo y compañero blogger Adam habla de ellos como su “happy place”. ¡Horror!

En mi caso, no hay sitio que me contraiga más la musculatura de la espalda que un aeropuerto. Si no tiene wifi y/o es para viajar con Ryanair, necesitaré al menos dos días de descanso para recuperarme del trauma.

La peor parte: Los aeropuertos me ponen de un humor de perros del que no me saca nadie durante todo el día.

No sé conducir

Esta sí que es una putada.

Como ya comentaba más arriba, soy muy urbanita y me marché de casa a los 16 años. Esos dos factores, junto a que siempre he vivido en ciudades con sistemas de transporte envidiables (Londres, Barcelona, Berlín) han conseguido que a mis treinta añazos aún no sepa conducir. Me gustaría decir “ni falta que me hace”, pero la verdad es que sí que lo echo en falta, sobre todo cuando voy a un destino que no es tan metro-friendly o cuando quiero perderme por rutas alternativas.

Como probablemente pronto me mudaré a Nueva Zelanda durante un año con la Working Holiday Visa, creo que aprovecharé de sacarme el carnet allí. Así a lo mejor cuando vuelva a España puedo comprarme un coche de ocasión para perderme por algún viñedo. Mientras tanto… -¡Taxi!

Odio la playa

Vale, odio es a lo mejor una palabra demasiado fuerte. Digamos que sufro de una mente hiperactiva y los sitios que requieren relax y dolce far niente me ponen muy de los nervios.

A lo largo de los años lo he intentado todo, leer libros, oír música y últimamen2te hasta ponerme a ver series en Netflix tumbado en la arena, pero no ha habido forma.

Para que me quede quieto en una playa más de una hora, debe haber un chiringuito con cerveza muy fría.

Excepción: Si la playa tiene actividades que no sean languidecer al sol, como snorkeling, deportes acuáticos o incluso un columpio, puedo aguantar hasta 2,5 horas.

Así que la próxima vez que veas una foto en mi Instagram con mis pies frente a una playa paradisíaca, puedes tener la total certeza de que a) lo estoy pasando mal, o b) estuve media hora, hice la foto y me fui.

Soy un desastre total

Pasaportes perdidos, mochilas olvidadas, ropa por todas partes… mis viajes son un ejercicio de paciencia para cualquiera que los presencie.

Llevo viajando desde los 15 años y aún no soy capaz de hacer una mochila que dure más de dos días sin tener que volver a guardar absolutamente todo de nuevo cuando toca hacer el check-out.

Y no hablemos del control del presupuesto y el manejo del dinero. Si ya soy bastante mano rota cuando no estoy viajando, cuando estoy de vacaciones me consume el consumismo mismo y lo quiero comprar todo.

Lo raro es que en realidad soy súper organizado cuando toca planear el viaje. En mi mochila llevo el estuche de los líquidos, el botiquín de viaje, la ropa separada por uso y distribuyendo el peso, los medicamentos diarios separados del “back up”, los documentos organizados por el color de la firma del secretario del consulado… vale, me he pasado un poco, pero entiendes la idea.

De la misma forma, a la hora de organizar rutas, conexiones y reservar hoteles, suelo ser bastante ordenado y rápido. Es la ejecución la que me falla, no el planning. ¿Algún Project Manager en la sala?

Otras características varias de mi esquizofrenia viajera

– Cambio de opinión cada cinco minutos.

– Sufro de algo que en los círculos médicos especializados de la universidad de MEME se conoce como “FOMO” (Fear Of Missing Out) o el constante miedo de estarse perdiendo algo. Por ejemplo, te diré que no hace falta que vayamos de fiesta, que porque es viernes no tenemos que salir… y a las 11pm saldré corriendo a ducharme porque no me quiero quedar en casa. Lo mismo con museos, espectáculos y toda la pesca.

– Soy terco y muy pocas veces admitiré que no llevo la razón (ya lo sé, ya lo sé).

Y el peor motivo de todos: Tengo un blog de viajes

¿Que qué significa?

Me alegra que lo preguntes.

Significa que querré ver todos los monumentos, todos los museos y todas las atracciones de cada ciudad que visite. Da igual que sea Krabi Town o Londres. Da igual que llueva. Da igual que tengamos sólo 48 horas. ¡Da igual!

También significa que absolutamente todo será fotografiado, especialmente la comida, para ser posteriormente publicado. Significa que en los restaurantes antes de pedir el menú se pide la contraseña del wifi y que comentarios como “esto será un tremendo post” serán habituales tras cada experiencia turística.


Por lo demás, viajar conmigo es un placer.

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Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.