¿Cómo llamarías un viaje a Atenas sin visitar la Acrópolis?
No lo sé pero en Atenas no puedes decir que has estado.
La acrópolis ateniense es una parte tan importante de nuestra cultura que el visitarla debería ser obligatorio, una especie de peregrinación por decreto que nos lleve a las raíces de nuestra civilización. Es una atracción imperdible durante un primer viaje a Atenas.
El vocablo acrópolis significa ciudad alta y es una característica general de las ciudades griegas. Los griegos construían “ciudades altas” en las colinas para poder refugiarse en caso de ataques. Hasta hace unos 150 años la acrópolis ateniense seguía estando habitada.
La montaña sobre la que se erige la Acrópolis de Atenas es visible desde buena parte del centro de la ciudad.
Si bien siglos de guerras internas, invasiones extranjeras, actos vandálicos y espolios de ingleses y alemanes han dejado uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de la humanidad en ruinas, con un poco de imaginación, las piedras que quedan en pie aún hablan.
Llegar a la Acrópolis no es fácil, se necesita paciencia y esfuerzo. Pero una vez arriba, al girar y tener estas vistas, todo habrá valido la pena. Desde la cima, Atenas parece un mar de casas blancas y beige que se pierde en la distancia y el smog.
Es recomendable subir por la mañana o a última hora, ya que el calor del verano ateniense puede ser intenso y lo empinado del ascenso puede dejar a cualquiera sin fuerzas. Es recomedable también llevar una botella de agua.
Lo primero que se ve nada más llegar y justo antes de pagar la entrada es el teatro. Construido por los romanos en 161 d.C. aprovechando la inclinación del terreno. Aún es utilizado para eventos como conciertos de música clásica, ballet y otras obras de carácter cultural.
Una vez dentro del recinto, los visitantes son recibidos por los Propileos o Propylaea, las entradas monumentales de la Acrópolis. Construídos en el 432 a.C., justo antes del estallido de las Guerras del Peloponeso, el principal arquitecto de los propileos fue Mnesicles, colega de Phidias. El edificio de la izquierda es la pinacoteca y a la derecha está el templo de Nike, construido para conmemorar la victoria de los atenienses frente a los persas.
Cuenta la leyenda que desde este preciso punto, el rey Egeo se suicidó lanzándose al mar al creer que su hijo Teseo había sido asesinado por el minotauro. Esta parte del Mediterráneo es llamada Mar Egeo en su honor.
Pues Egeo tenía que tener unas piernas muy potentes para lanzarse al mar desde aquí, ya que la costa más cercana se encuentra a unos 16 kilómetros al sur.
Sorteados los Propileos, encontramos el Partenón.
Aunque hayas visto millones de fotografías, nada te prepara para la magnitud del ultra-famoso edificio. Diseñado por Kalíkrates e Iktinos en el siglo V a.C., el inmenso templo albergaba la estatua gigante de Atenea. Su construcción se prolongó durante 15 años y fue finalmente acabado en 438 a.C para convertirse en el edificio griego por antonomasia. De templo pasó a iglesia, de iglesia a mezquita y de mezquita a almacén de pólvora del imperio otomano. En 1768 los venecianos lo bombardearon desde abajo provocando una explosión que lo dejó en ruinas.
El Erecthion está ubicado en el lugar más sagrado de la acrópolis. Según el mito, fue en este lugar en el que Atenea y Poseidón compitieron por ser los patrones de la ciudad. Poseidón clavó su tridente en el suelo y un manantial de agua brotó de los agujeros. Atenea hizo lo mismo con una lanza y un olivo creció en el lugar. Atenea ganó y la ciudad se bautizó con su nombre, mientras que a Poseidón se le adjudicó un pequeño pueblo en Syros.
Lo más destacable del edificio es el pórtico de las Cariátides, o mujeres-columna. El nombre Caryatid proviene del gentilicio de la ciudad de Caria, un pueblo conquistado por los Atenienses, quienes aniquilaron a los hombres y esclavizaron a las mujeres, a quienes condenaron a llevar pesadas cargas. Hay que destacar que las Cariátides que vemos son copias, ya que las originales se encuentran repartidas entre el museo de la Acrópolis y el British Museum.
Desde la acrópolis podemos observar más abajo el Teatro de Dionisio. El primer teatro de piedra sirvió de escenario a Sófocles, Aesquio, Eurípides y Aristófanes, fue reconstruido en 342 a.C. y luego ampliado por los romanos para albergar torneos de gladiadores.
En la base de la Acrópolis encontramos las ruinas del antiguo Ágora ateniense.
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