Si alguna vez has mirado el horizonte de Turín y te has preguntado por qué hay un edificio que parece intentar tocar las nubes, esa es la Mole Antonelliana. Originalmente pensada como una sinagoga, se convirtió en uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad y en el hogar de uno de los museos de cine más fascinantes del mundo.

Con sus 167,5 metros, es imposible pasarla por alto. Tanto si te interesa la arquitectura o la historia como si simplemente buscas una vista impresionante, este lugar lo tiene todo. Además, cuenta con un ascensor que te lleva directamente por el centro del edificio. Es parte lección de historia, parte maravilla de la ingeniería y parte experiencia de “sujétate el estómago”. Veamos por qué este sitio merece una visita.
Mole Antonelliana: Historia y contexto
En 1863, Turín aún se estaba adaptando a su papel como primera capital del recién unificado Reino de Italia (1861-1865). Era una época de transformación y la creciente comunidad judía de la ciudad, que acababa de obtener plenos derechos civiles unos años antes, buscaba construir una gran sinagoga como símbolo de su nuevo estatus. Antes de esto, la vida religiosa judía en Turín se desarrollaba en espacios más pequeños y menos visibles, ya que las restricciones de los regímenes anteriores limitaban su capacidad para construir grandes templos.
Alessandro Antonelli y su visión

Para llevar a cabo su visión, la comunidad encargó la obra a Alessandro Antonelli, un arquitecto ya reconocido por sus diseños poco convencionales y su ambición estructural. Antonelli no era parte de la comunidad judía, pero era un arquitecto italiano prominente, famoso por sus proyectos arriesgados desde el punto de vista estructural. Antes de la Mole Antonelliana, sus obras más destacadas incluían:
- La Basílica de San Gaudenzio (Novara, 1832-1888) – Con una cúpula de 121 metros, fue su primera experiencia con estructuras de gran altura en mampostería.
- Casa Bossi (Novara, 1857-1864) – Un palacio residencial neoclásico que muestra su interés por la simetría y la monumentalidad.
- La inacabada Torre de Villata – Un ambicioso proyecto que finalmente fue abandonado, pero que reflejaba su fascinación por la verticalidad.
Los planes en constante evolución
El plan original de la sinagoga era mucho más modesto: una estructura relativamente estándar con una altura de 47 metros. Sin embargo, Antonelli, obsesionado con superar los límites, siguió revisando el diseño para hacerlo más alto. La comunidad judía había asignado inicialmente 500.000 liras al proyecto, una suma considerable, pero las modificaciones constantes y los refuerzos estructurales hicieron que el costo superara 1,5 millones de liras en 1869. Para entonces, la estructura ya alcanzaba los 70 metros, consumiendo muchos más recursos de lo esperado.
AbandonmeAbandono y adquisición por la ciudad

Ante la creciente presión financiera y la inviabilidad del proyecto, la comunidad judía abandonó la construcción en 1873 y vendió la estructura inacabada a la ciudad de Turín. Para ese momento, una parte considerable de la base y las secciones inferiores de la cúpula ya estaban construidas, pero aún faltaba la icónica aguja que hoy la corona.
Tras adquirir el edificio, la ciudad evaluó varios usos potenciales para él. Se barajaron opciones como un centro científico o cultural, pero finalmente Antonelli recibió libertad total para completar su visión. En 1889, logró extender la Mole hasta su altura final de 167,5 metros, convirtiéndola en el edificio de ladrillo más alto del mundo en ese momento. El nombre “Mole” (que significa una construcción masiva) reflejaba perfectamente su imponente escala.
Cabe destacar que el hecho de que la Mole Antonelliana nunca llegara a ser utilizada como sinagoga pudo haber contribuido a su supervivencia durante el régimen fascista y la Segunda Guerra Mundial. Muchos templos judíos y negocios en toda Italia fueron destruidos o reutilizados bajo el gobierno de Mussolini, especialmente tras la introducción de las leyes raciales antisemitas en 1938. La principal sinagoga de Turín, inaugurada en 1884 en la Piazzetta Primo Levi, sufrió graves daños durante la guerra, aunque fue restaurada más tarde. Si la Mole hubiera permanecido como sinagoga, probablemente habría corrido una suerte similar, lo que hace aún más relevante su actual función como institución cultural.
Coste y valor ajustado
A pesar de su finalización, la Mole permaneció en gran medida infrautilizada durante más de un siglo. Sirvió como sede de exposiciones temporales, depósito de documentos municipales e incluso se consideró su conversión en un museo de ciencias antes de que encontrara su verdadera vocación en el año 2000, cuando se convirtió en el Museo Nacional del Cine. El costo total del proyecto, incluidas las restauraciones finales, superó los 2 millones de liras, una cifra astronómica para la época. Ajustado por inflación, esto equivaldría aproximadamente a 40,6 millones de liras en 2002 o alrededor de 21,42 millones de euros en 2025.
El papel de Turín en el cine italiano
Turín fue el hogar de los primeros grandes estudios de cine de Italia, entre ellos Ambrosio Film (1908) e Itala Film (1909), lo que consolidó a la ciudad como la primera gran capital cinematográfica del país. Desde allí se produjeron algunas de las primeras y más influyentes películas mudas italianas, como Cabiria (1914), que introdujo innovadoras técnicas cinematográficas. Aunque más tarde Roma, con su famoso Cinecittà, se convirtió en el principal centro del cine italiano, Turín siguió siendo fundamental en la producción de documentales y cine independiente. Actualmente, la ciudad acoge el Festival de Cine de Turín, uno de los eventos más prestigiosos de Italia en el ámbito del cine experimental e independiente.

Durante las décadas de 1960 y 1970, Turín se convirtió en un importante centro de producción para RAI (Radiotelevisión Italiana), que aún hoy mantiene estudios en la ciudad. También fue un punto clave para la producción de comerciales, documentales industriales y dramas televisivos. En la actualidad, Turín sigue desempeñando un papel importante en la producción televisiva italiana, con numerosas series y documentales grabados en sus calles históricas y modernos estudios.
La histórica relación de la ciudad con el cine también influyó en su elección como ciudad anfitriona de Eurovisión 2022, tras la victoria de Måneskin en 2021. Aunque Italia ha albergado el festival en múltiples ocasiones, el prestigioso legado cinematográfico y cultural de Turín la convirtió en la candidata ideal, reforzando aún más su posición en la historia de los medios audiovisuales.es, Torino’s profound cinematic and cultural legacy made it an ideal choice, further cementing its place in media history.
Museo del Cine de Turín

La decisión de transformar la Mole Antonelliana en el Museo Nacional del Cine en el año 2000 reforzó el papel histórico de Turín en la cinematografía italiana. Este museo no es solo una colección de artefactos, sino una experiencia inmersiva que narra la evolución del cine a través de instalaciones interactivas, exposiciones históricas y un diseño innovador que lo distingue de los museos convencionales.
Las exposiciones del museo, distribuidas en varios pisos, guían a los visitantes a través de la historia del cine. Comienzan con los primeros dispositivos ópticos, como linternas mágicas y teatros de sombras, antes de avanzar hacia el nacimiento del cine a finales del siglo XIX. Proyectores originales y cámaras antiguas muestran los avances tecnológicos que allanaron el camino para el cine moderno.


El museo también alberga una impresionante selección de objetos y recuerdos de películas clásicas, convirtiéndolo en un paraíso para los cinéfilos. ¿Alguna vez has querido ver de cerca el casco original de Darth Vader? ¿O sentir curiosidad por la máquina de escribir que Federico Fellini usó para redactar sus guiones? La colección incluye artículos icónicos como los zapatos rojos de The Red Shoes, trajes emblemáticos de películas italianas clásicas e incluso carteles vintage de la época dorada de Hollywood.
Uno de sus rasgos más distintivos es su diseño inmersivo, donde habitaciones enteras están dedicadas a distintos géneros y técnicas narrativas. Adéntrate en un set de cine mudo, donde la estética en blanco y negro y las expresiones exageradas te transportan a los años 20. Explora la exhibición de ciencia ficción, donde objetos originales de 2001: Una odisea del espacio y Blade Runner crean una atmósfera de nostalgia futurista. Los amantes de la animación pueden admirar bocetos de Bruno Bozzetto, mientras que los fanáticos del terror encontrarán inquietantes objetos de clásicos del cine giallo.
A diferencia de los museos tradicionales, donde los objetos se exhiben en vitrinas, el Museo Nacional del Cine incorpora exhibiciones interactivas. Los visitantes pueden explorar los mecanismos de la proyección cinematográfica, experimentar con las primeras técnicas de animación e incluso sentarse en cines vintage recreados que proyectan películas clásicas. Uno de los mayores atractivos es el área con enormes asientos reclinables en el atrio central, donde los visitantes pueden recostarse y ver fragmentos de películas proyectadas en la enorme cúpula superior, ofreciendo una experiencia única dentro de la imponente Mole Antonelliana.
Además de su colección permanente, el museo alberga con frecuencia exposiciones temporales, retrospectivas y proyecciones, asegurando que siempre haya algo nuevo por descubrir. Exposiciones anteriores han destacado escenarios originales de Sergio Leone, un tributo al genio del suspense de Alfred Hitchcock y un recorrido por el vestuario de los papeles más icónicos de Audrey Hepburn. Tanto si eres un apasionado del cine clásico como un espectador casual, el Museo Nacional del Cine fusiona historia, nostalgia e innovación, convirtiéndolo en una parada imprescindible en la escena cultural de Turín.
Y si nunca has sido fan del cine europeo, no te sorprendas si al salir de aquí terminas buscando en Netflix una dosis de La Dolce Vita en tu propio Cinema Paradiso.
El Ascensor Panorámico y las Vistas

Uno de los aspectos más inolvidables de visitar la Mole Antonelliana es el recorrido en ascensor de cristal hasta la cima. A diferencia de la mayoría de los miradores, este te lleva en un viaje vertical dentro del atrio, brindándote una vista impresionante del museo antes de llegar a la terraza panorámica bajo la aguja.

La terraza panorámica, situada a 85 metros, ofrece una vista de 360 grados de Turín. Desde aquí, la ciudad se despliega ante ti: el río Po serpentea por el paisaje, palacios históricos e iglesias barrocas decoran el horizonte y, en días despejados, los Alpes crean un telón de fondo impresionante. Al este, la Basílica de Superga se alza sobre la colina, contrastando dramáticamente con la cuadrícula urbana de la ciudad. Mirando hacia el oeste, se pueden ver los rascacielos modernos que están redefiniendo el perfil de Turín, como la Torre Intesa Sanpaolo y la Torre Regione Piemonte.

El mejor momento para visitarla es al atardecer, cuando la ciudad se baña en una luz dorada y la transición del día a la noche crea una atmósfera espectacular. Al caer la oscuridad, las calles de Turín brillan con la suave iluminación de sus farolas históricas, y la Mole se ilumina en diferentes colores en ocasiones especiales, añadiendo un toque mágico a la experiencia.
Diseño Arquitectónico e Ingeniería
Contrario a lo que su exterior pueda sugerir, el interior de la torre es sorprendentemente espacioso. Antonelli diseñó el espacio para que fuera lo más abierto posible, enfatizando la verticalidad sin sacrificar la sensación de ligereza a pesar de la gran escala de la estructura.
Con sus 167,5 metros, la Mole Antonelliana fue el edificio de mampostería más alto del mundo en el momento de su finalización en 1889. Ostentó este récord hasta el siglo XX, cuando los rascacielos modernos construidos con acero y hormigón armado la superaron en altura. Aunque sigue siendo una de las estructuras más altas de Turín, hoy comparte el skyline con edificios contemporáneos como la Torre Intesa Sanpaolo (166 m) y la Torre Regione Piemonte (205 m), que emplean técnicas de ingeniería completamente distintas. A diferencia de estos edificios modernos, la altura de la Mole se logró exclusivamente con ladrillo y piedra, lo que hace que su resistencia sea aún más impresionante.

Originalmente, no se planeó la instalación de un ascensor, ya que la tecnología aún estaba en sus primeras etapas en el siglo XIX. Sin embargo, para facilitar el acceso a la terraza panorámica, en 1961 se instaló un elevador hidráulico en preparación para el centenario de la unificación italiana. Posteriormente, este sistema fue reemplazado por el actual ascensor de cristal, inaugurado en 1999, que asciende 85 metros a través de la cúpula hueca, ofreciendo a los visitantes una perspectiva única del interior del edificio antes de llegar al mirador.
La visión arquitectónica de Antonelli fue todo menos convencional. La Mole Antonelliana combina la simetría neoclásica con una experimentación ecléctica, creando un perfil completamente único. La cúpula alargada y la torre puntiaguda desafían las proporciones típicas del siglo XIX, haciendo de la estructura una declaración de ingeniería más que un edificio neoclásico tradicional. Antonelli, conocido por llevar los límites estructurales al extremo, modificó constantemente el diseño durante la construcción, convirtiendo la Mole en un proyecto en evolución en lugar de un plano fijo.
Uno de los aspectos más atrevidos del diseño de la Mole es su enorme cúpula, que sostiene una aguja que se eleva hacia el cielo. La estructura original estaba hecha completamente de mampostería, una elección inusual para una altura tan considerable, lo que la hacía vulnerable a los daños climáticos. La aguja fue reforzada con hierro y acero en años posteriores para garantizar su estabilidad, especialmente después de que una tormenta en 1953 derribara una sección de 47 metros. La restauración, completada en 1960, reemplazó la estructura superior dañada con un armazón metálico recubierto de piedra, asegurando que la visión de Antonelli permaneciera intacta mientras se fortalecía la estructura para el futuro.
Cómo visitar la Mole Antonelliana: Información Práctica

- Dirección: Via Montebello, 20, 10124 Turín, Italia.
- Barrio: Ubicada en el distrito Centro, la Mole Antonelliana está en una posición céntrica, lo que la hace fácilmente accesible desde distintos puntos de la ciudad.
- Accesibilidad: El museo es completamente accesible para visitantes con movilidad reducida. Sin embargo, el acceso a la terraza panorámica solo es posible mediante el ascensor.
Transporte Público
- Líneas de tranvía: Las líneas 13, 15 y 16 tienen paradas cerca de la Mole Antonelliana. Para la línea 16, bájate en Palazzo Nuovo o Corso San Maurizio.
- Líneas de autobús: Los autobuses 55, 56, 61 y 68 tienen paradas en las inmediaciones.
Horarios
- Museo: Abierto todos los días (excepto los martes) de 9:00 a 19:00. Los viernes y sábados, horario extendido hasta las 20:00.
- Ascensor panorámico: Funciona los lunes, miércoles, viernes, sábados, domingos y festivos de 9:00 a 19:00 (última entrada a las 18:00). Cerrado los martes.
¿Cuánto cuesta visitar la Mole Antonelliana?
- Entrada al museo: 15,00 € por persona.
- Ascensor panorámico: 9,00 € por persona.
- Entrada combinada (Museo + Ascensor panorámico): 20,00 € por persona.
- Tarifas reducidas: Disponibles para visitantes de 6 a 26 años, poseedores de la Torino+Piemonte Card y titulares del Abbonamento Musei Piemonte Valle d’Aosta. Los niños menores de 6 años entran gratis.
- Compra de entradas: Puedes encontrar entradas con descuento aquí.
Información de Contacto
- Web oficial: Para más información y compra de entradas online, visita la página oficial del Museo Nacional del Cine.
- Teléfono: +39 011 813 8560-561.
- Email: [email protected].
Reflexión final: ¿Merece la pena visitar la Mole Antonelliana?
La Mole Antonelliana es mucho más que un edificio: es un viaje por la historia de Turín, un experimento arquitectónico y una puerta de entrada a la magia del cine. Tanto si eres un apasionado de la arquitectura, un amante del cine o simplemente buscas la mejor vista de la ciudad, este lugar lo tiene todo.
Si visitas Turín, la Mole Antonelliana no es solo una recomendación: es una parada obligatoria.
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