Hace un par de días estuve hurgando entre los apuntes y las guías de mi anterior ruta por el Sudeste Asiático, durante la que visité Tailandia, Malasia y la pequeña isla de Singapur. Este viaje por la hemeroteca no era casual, me encontraba en búsqueda de pistas y consejos para mi inminente viaje a Tailandia, que se inicia en escasas horas.
En el interior de mi guía de papel “South East Asia on a Budget”, justo en la página que marcaba el inicio de la sección de Singapur y mezclada, de forma probablemente fortuita, con otros recibos, tickets de ferry y billetes de Malasia, encontré la tarjeta de embarque del vuelo que hice de Changi a Heathrow (vía Dubái).
En ese momento me detuve a pensar en un hecho curioso. Aunque viajé a tres países, normalmente sólo tengo presente mi estancia en los primeros dos. Tailandia y Malasia están perfectamente grabadas en mi memoria, recuerdo prácticamente cada detalle, cada parada, cada playa. Incluso recuerdo las cosas que compré en cada sitio. Se podría decir que, exceptuando los nombres específicos de barrios y lugares (mi tailandés y mi malayo son bastante malos), tengo una memoria fotográfica de mi paso por las dos naciones asiáticas. De Singapur no.
Y este hecho está fielmente reflejado en el blog también, mientras que Tailandia y Malasia acumulan una veintena de posts, sobre Singapur sólo tengo un par de fotos publicadas.
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Probablemente esta ausencia notable se deba a que mi objetivo no era precisamente visitar Singapur con Emirates, pero encontré una tarifa atractiva volando de Europa a Bangkok y volviendo desde Singapur. Entonces, aprovechando este billete abierto, planifiqué una ruta que empezaría en la capital tailandesa e iría bajando al sur para cruzar Malasia y acabar en Singapur, donde pasaría un sólo día.
Pero seguramente un día da para mucho en esta isla-ciudad-estado.
Así que tiré de hemeroteca de nuevo, esta vez de hemeroteca virtual, y me puse a mirar las fotos del último día de mi viaje en busca de las sensaciones que me produjo la metrópolis asiática.
Entonces recordé todo.
Recuerdo estar agotado del viaje en tren desde Kuala Lumpur e intentar regatear con los hoteles del centro para que me cuidaran la mochila. Recuerdo la sensación de extrañeza de verlo todo tan limpio y cuidado. Recuerdo el olor a comida de sus calles.
Viajes posteriores me han ayudado a dar perspectiva a Singapur.
Singapur es China.
Su Chinatown es uno de los más grandes del mundo, sus calles comerciales muestran orgullosas letreros en cantonés, es como una China con la cara lavada.
Recuerdo pasear por sus ordenadas vías y de repente ver, junto a pequeñas y coloridas casas, impresionantes edificios residenciales como el People’s Park Complex.
Singapur es India.
Entonces no lo sabía, pero algunas partes de la ciudad son como una pequeña India, una India ordenada, limpia y un poco aséptica, pero India.
Singapur es Tailandia.
Sus templos budistas, con sus estatuas forradas de oro me hicieron pensar por un momento que no había salido de Bangkok.
Singapur es Malasia y es Inglaterra también.
La comunidad musulmana representa una buena parte de la población total del país, que cuenta además con ese toque característico de las antiguas colonias británicas.
Y ahora lo tengo claro, Singapur es un pedazo de mundo.
He dado un vistazo a tu blog y me ha encantado, por cierto las fotos son muy buenas!! :)
Singapur me pareció un lugar muy extraño cuando visité hace 4 años. No es decir que no me gustó, sino que era una mezcla de cosas muy familiares y también muy extranjeros, todo al mismo tiempo.
¡Exactamente mi experiencia también Sam!