Me encantan los pueblos de montaña en general, y en particular me encantó Tryavna, un pequeño enclave a unos 40 kilómetros al sur de la capital medieval de Bulgaria, Veliko Turnovo. Es un lugar precioso con toneladas de encanto que se ha beneficiado de los planes de ayuda de la Unión Europea y del proyecto local Beautiful Bulgaria, lo que mejorado la infraestructura y restaurado los lugares de interés de la localidad búlgara.
Puentes de piedra cruzan el río y casas del siglo xix descansan en las adormiladas calles de adoquines. En Tryavna el tiempo se detuvo.
Tryavna es famosa por dos cosas: los iconos y las tallas de madera. Un pequeño y encantador museo en estilo naïf autóctono se encuentra en la cima de una colina cercana a la ciudad. Es un paseo agradable entre cipreses hasta alcanzar el museo, el cual probablemente suele estar vacío. Cuando yo fui me atendió una señora muy amable que casualmente no hablaba una palabra de inglés pero (ella pensaba que) sí hablaba francés. Con mi impecable francés estilo patefuá-cruasán y entre señas y graznidos tuvimos una amena conversación antes de que literalmente encendiera las luces de las salas del museo y me dejara pasar.
También existen en la diminuta ciudad innumerables talleres de carpintería y talla de madera, de hecho, la ciudad es aún sede de una escuela superior dedicada exclusivamente a este oficio a la que asisten jóvenes búlgaros que desean mantener viva esta tradición.
La mejor parte de Tryavna es que es aún relativamente desconocida para los turistas extranjeros por lo que da la sensación de tenerla para ti solo.
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