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El dilema del ‘selfie’ viajero

Close-up

Selfie mall

Sí. Ya sé que lo he comentado un millón de veces, viajar solos es lo mejor del mundo y te da libertad de hacer lo que quieres y de organizarte a tu manera y de encontrarte a ti mismo y bla, bla, bla.

Pero hoy vamos a hablar de la fea verdad. De ese aspecto que me parece casi tan malo como todos los aspectos buenos que un viaje en solitario puede tener.

Cuando vuelves a casa de un viaje maravilloso, revelador, apoteósico… y no tienes pruebas de que ha sucedido. Y es que como reza el ancestral dicho anglosajón: “pics or it didn’t happen” que traduciré no literalmente como “o nos muestras las fotos o no te creemos que haya sucedido”, a veces las fotografías viajeras son la única prueba tangible de un periplo exótico, más allá de un bronceado envidiable y de un agujero astronómico en la cuenta corriente.

Así que, si bien no me molesta estar más solo que la una viendo el atardecer en una playa de Tailandia, me molesta bastante que, cuando esté senil, rememorando las aventuras de mis años mozos, esas fotos-postal en las que no aparezco yo sean lo único que me conecte con mis años de lozanía juvenil.

Afortunadamente hay varias soluciones a este particular problema. Ninguna es perfecta, pero nunca nada lo es.

El ‘selfie’ viajero con la cámara

Esta técnica puede ser complicada de perfeccionar, ya que varias cosas pueden salir mal durante su ejecución.

Para empezar, la mayoría de las cámaras digitales cuentan con una única lente y una única pantalla, con lo que hay que girarlas hacia nuestra cara, intentando que el dedo quede sobre el botón que toca, alejándola lo más posible y sonriendo incómodamente mientras que se le reza a todos los dioses que al maldito aparato le dé la gana de enfocar tu careto y no al señor tailandés que nada en el fondo.

Para ser honestos, el señor del fondo es bastante más interesante.
Para ser honestos, el señor del fondo es bastante más interesante.

Afortunadamente yo cuento con una Lumix G6 con pantalla abatible que hace que al menos parte del problema esté solucionado.

El enfoque estuvo más acertado esta vez...
El enfoque estuvo más acertado esta vez…

Eso sí, un ‘selfie’ sólo puede tener como distancia máxima la longitud del brazo, que a menos que seas Pau Gasol, no suele superar los 80cm.

El ‘selfie’ viajero con el móvil

Tiene casi los mismos problemas que el anterior, salvo que los móviles suelen tener una cámara extra que te permite verte mientras practicas el postureo que mejor funciona.

Como ventaja adicional te permiten mayor flexibilidad para subir las fotos a redes sociales (que no quiere decir que tus amigos quieran verlas). Por ejemplo, ¿a que me queda bien el kippah que me obligaron a llevar en la Sinagoga de Budapest?

selfie_sinagoga

Lo que me recuerda, cuando te hagas selfies en sitios “delicadetes”, no seas un imbécil insensible como esta chica.

La desventaja en general de los selfies con el móvil es que, por motivos obvios y salvo excepciones, las fotos suelen ser de una calidad bastante baja. Aunque también hay que decir que no te van a dar un Pulitzer por un selfie aunque lo hagas con una Canon EOS 1Ds Mark III de 8000 euros.

La foto que te hace el turista japonés de turno

Y es que si te mueves con una cámara más o menos complicada, lo mejor es que la foto te la haga un experto. En el caso de que no haya un japonés disponible, busca alguien con una cámara similar a la tuya colgando del cuello (ojo, que tampoco puedes estar seguro de que la sepa usar).

Close-up
Close-up pecoso

Si tienes suerte, la persona que te hace las fotos hasta le dará un giro interesante en plan photo-shoot, como me sucedió en Nueva York.

Selfie NYC

La foto del espejo

Básicamente es como los selfies cutres que te haces en el baño (por favor recuerda limpiar el espejo antes, como mínimo), pero más exóticos. Las superficies preferidas suelen ser cristales de rascacielos o cualquier tipo de panel reflectante que te puedas encontrar.

Tú crees que el no hacerlo en el espejo del baño hace tu selfie más artístico, pero no.

Selfie en Rotterdam
Selfie en Rotterdam

La foto de temporizador y trípode

Te sientes tímido y no te apetece pedirle a alguien que te haga una foto. Sacas el trípode, tardas 20 minutos instalándolo y te dispones a hacerte un selfie profesional.

Lo dejas todo listo, te preparas y sales corriendo a posar sin caerte frente a la catedral de turno. Nunca 10 segundos habían pasado tan rápido.

Comeflor en Kioto
Comeflor en Kioto

La foto de bordillo, banco o papelera

Es como la anterior pero no llevas trípode encima. Este tipo de foto aumenta tus posibilidades de quedarte sin cámara en un 94%.

¡Ups!
¡Ups!

Y estas son las principales formas de hacernos fotos cuando nos vamos de viaje en solitario, aunque seguro que tú conoces más. Si es así no te olvides de dejar un comentario.

Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.