El sur de Alemania en general, y Baviera en particular, tiene muchísimo que ofrecer al viajero. Sus paisajes son espectaculares, con verdes praderas atravesadas por ríos y los imponentes Alpes recortados al fondo. Aquí y allá se ven pequeños pueblos con sus calles y balcones adornados con flores y con sus característicos campanarios en forma de cebolla. La gastronomía alemana, aunque no muy afamada, es muy sabrosa y en el sur se pueden degustar recetas tradicionales de potentes sabores. Y no hay nada mejor para acompañar estos platos que la rica cerveza alemana, una de las mejores de Europa y con una tradición que se remonta a la Edad Media.
Una forma de combinar todas estas maravillas en una sola visita es acercarse a alguno de sus monasterios, que suelen estar localizados en parajes idílicos y en los que no suele faltar un restaurante tradicional.
En este post hablaremos de los monasterios bávaros más importantes que empezaron a fabricar cerveza en la Edad Media, y que todavía a día de hoy lo siguen haciendo. Estos son los de Andechs, Ettal, Scheyern y Weltenburg, ordenados según su antigüedad.
1. Abadía de Andechs
Fundada en 1455, es la más joven de las cuatro. Sin embargo, su importancia religiosa se remonta a varios siglos antes de su fundación. Así, en el siglo XII, Andechs era uno de los destinos de peregrinación más importantes de Alemania. El motivo eran unas reliquias traídas de Tierra Santa por el conde de Andechs en el siglo X. Estas incluían piezas tan valiosas como una espina de la corona de espinas, un fragmento del cetro con el que se burlaron de Jesús, un fragmento de la Vera Cruz, una estola de san Juan el Evangelista o el cinturón de María Magdalena.
A mediados del siglo XIII murió sin descendencia el último conde de Andechs, y el castillo fue destruido. Sólo quedó en pie la capilla, pero el Tesoro de Andechs se perdió. Cuenta la leyenda que en 1388, durante una misa en la antigua capilla, descubrieron a un ratón royendo algo relacionado con el tesoro. Siguiéndolo recuperaron las reliquias y Andechs volvió a cobrar importancia como destino de peregrinación. Fue entonces cuando se fundó la abadía benedictina, para dar cobijo a las reliquias y a los peregrinos. En 1751 se remodeló la iglesia en el actual estilo rococó.
La tradición de Andechs como productora de cerveza empezó como mínimo al mismo tiempo que la fundación del monasterio, probablemente incluso antes, pues se cree que surgió para dar de comer y beber a los peregrinos. No sabemos cómo sería la comida que servían de aquella, pero la de ahora es simplemente espectacular. El monasterio dispone de carnicería propia, y eso se nota en los productos que sirve. Y por supuesto su cerveza es de una calidad excepcional, y ofrecen además una gran variedad de estilos, aunque algunos no están disponibles en barril y hay que pedir de botella. Tal es la calidad de la comida y de la cerveza, que a día de hoy se acercan muchos más visitantes a la cervecera que al propio monasterio. Lo cual es una pena, porque visitar el monasterio merece realmente la pena.
2. Abadía de Ettal
Fundada en 1330, esta abadía benedictina se encuentra en plena naturaleza, rodeada de montañas y cerca de lugares turísticos tan importantes como Garmisch-Partenkirchen o el palacio de Linderhof.
Durante mucho tiempo este fue un monasterio de relativa poca importancia, pero en el año 1710 se fundó una academia militar para caballeros, donde estudiaban los hijos de la nobleza. Tras un incendio en 1744, la iglesia y la abadía se reconstruyeron en estilo barroco. La belleza de los nuevos edificios y su emplazamiento en los Alpes hicieron del monasterio un importante lugar de visita.
En el siglo XX, en este monasterio estuvo recluido en régimen incomunicado el sacerdote jesuita Rupert Mayer, desde 1941 hasta el final de la guerra. Este había estado anteriormente en un campo de concentración por su fuerte oposición al nazismo, pero temiendo que su muerte le convirtiera en santo, lo sacaron del campo y lo encerraron en Ettal. Fue beatificado en 1987.
La producción de cerveza en este monasterio se remonta al año 1609. Esta se puede comprar o degustar en el hotel-restaurante del monasterio. Fabrican muchos tipos distintos de esta bebida de cebada, pero de la que más orgullosos se sienten es de la Curator, una cerveza fuerte de estilo Doppelbock oscura, que ganó el premio European Beer Stars 2021. El monasterio también posee una destilería, donde producen entre otras cosas Ginebra.
Como curiosidad, durante la crisis del Coronavirus la destilería pasó a usarse temporalmente para la fabricación de desinfectante de manos.
3. Abadía de Scheyern
La abadía de Scheyern debe su origen a la condesa Haziga, que cedió unos terrenos a doce monjes del importante monasterio de Hirsau, para que se mudaran y fundaran el nuevo monasterio alrededor del año 1104.
La iglesia del monasterio pasó a ser el lugar de sepultura de los condes de Scheyern, de los cuáles surgió el linaje de los Wittelsbach, una de las familias más importantes de Alemania, algunos de cuyos miembros llegaron a ser emperadores del Sacro Imperio Romano Germano o reyes de Baviera. En el siglo XIII también fue de gran importancia su escuela de pintura y su Scriptorium, donde los monjes duplicaban antiguos manuscritos, conservando así el saber del mundo antiguo.
Ya en el siglo XX, durante la segunda guerra mundial, albergó el Thesaurus Linguae Latinae, el diccionario de latín más importante del mundo. Un proyecto que comenzó en 1894, y que se prevé que finalice sobre el año 2050. En Scheyern también se encuentra una placa conmemorativa dedicada al padre Joseph Peruschitz, monje benedictino de la abadía de Scheyern, y uno de los tantos héroes del MSC Titanic. Según relatos de los supervivientes, durante el pasaje el padre Peruschitz daba misas en alemán y húngaro a los pasajeros de segunda y tercera clase. Cuando aquella fatal noche el barco chocó con el iceberg, rechazó un asiento en los botes salvavidas y se quedó consolando a los desesperados que no pudieronser salvados, orando con ellos, y escuchándoles en confesión.
La cerveza es otro de los orgullos del monasterio de Scheyern. Con una tradición que se remonta al año 1119, presumen de ser la tercera cervecera más antigua del mundo. Una buena manera de probarla es en el biergarten del monasterio.
4. Abadía de Weltenburg
La abadía benedictina de Weltenburg es sin duda la más antigua de las cuatro, aunque no se sabe el año exacto de su origen. Según la leyenda fue fundada por monjes celtas alrededor del año 600, y según otras teorías fue fundada alrededor del año 700, probablemente por San Ruperto, el fundador de Salzburgo. Fue en el siglo octavo cuando los monjes abrazaron la regla benedictina. El monasterio sufrió altibajos a lo largo de los años, siendo saqueado en numerosas ocasiones. En el S. XVIII, la iglesia fue renovada en estilo barroco, trabajo llevado a cabo por los famosos hermanos Asam. Esta se considera una de las joyas del barroco europeo.
Sin embargo, pese a la elegancia de la iglesia, lo que de verdad llama la atención al visitante es la belleza del entorno. La abadía está situada a orillas del río Danubio, en el llamado cañón del Danubio, donde el río atraviesa un desfiladero, en una de cuyas curvas se encuentra el monasterio. Es por eso que llegar hasta aquí en barco es una experiencia realmente recomendable.
El monasterio tiene también una cervecera con terraza a orillas del río, donde sirven comida tradicional y cerveza fabricada por ellos mismos. El origen de la cervecera no es tan antiguo como el del monasterio, ya que ‘sólo’ se remonta al año 1050. Sin embargo esto la convierte en la segunda cervecería más antigua del mundo, sólo por detrás de Weihenstephan, también en Baviera, en la ciudad de Freising, que se encuentra muy cerca de Munich.
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