Tokio es la jungla de asfalto definitiva. En una ciudad en la que los neones, los letreros y los logos brillantes inundan cada centímetro de los edificios en las calles en los barrios del centro, parecería que no hay espacio para la creatividad y la expresión personal.
Sin embargo, la capital japonesa ha sido desde siempre una ciudad muy entregada a las street performances. Solo hay que hacer un recorrido visual por la, inmensamente rica, cultura popular nipona para notar la diversidad, la subversión y la provocación latente en esta sociedad.
Es cierto, en los barrios de Shinjuku o Asakusa no vas a encontrar mucha marcha juvenil. Lo que sí vas a ver son centros comerciales y neones en uno, y templos y casas bajas en el otro. Y es que parece que los distritos tokiotas estén concienzudamente organizados para ofrecer un sabor distinto entre ellos, como hermanos que compiten por la atención de una madre.
El hermano adolescente (y loco de atar, para qué negarlo) es definitivamente Harajuku, barrio en el que el espíritu del street performance está aún muy vivo, aunque en la actualidad se expresa de una forma algo “diferente”.
Si bien entre semana es posible hacerse una pequeña idea de la escena del cosplay tokiota, el día para visitar Harajuku es definitivamente el domingo.
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Harajuku, que oficialmente se encuentra dentro del barrio de Shibuya, empezó a ganar prominencia en la década de 1980, cuando artistas callejeros comenzaron a congregarse cada domingo en la calle Omotesando. Hoy en día, Harajuku también es conocido como un centro de moda y grandes almacenes.
El área se ha ganado la reputación de epicentro de la juventud de Tokio.
En el lado opuesto a Omotesando, encontramos la calle Takeshita, llena de tiendas pequeñas especializadas en moda juvenil.
Actualmente el centro de la movida de Harajuku reside en el puente que cruza las vías del tren. Aquí se dan cita cada domingo varias decenas de adolescentes ataviadas con sus trajes de estilo “gothic lolita” o cosplay (abreviación del término inglés costume play o juego de disfraces).
Los disfraces son, por lo general, fabricados por las lolitas en cuestión y aunque hay infinidad de estilos de vestimenta, los más populares se inspiran en iconos de la cultura popular japonesa, personajes de anime, manga o cuentos infantiles, mezclados con vestimenta de época victoriana o romántica, cintas, corsés, botas altas, faldas voluminosas… lo típico.
No sé tú, pero antes de ir a Japón, la única referencia que tenía sobre este colorido barrio tokiota se la debía a Gwen Stefani y su vídeo What You Waiting For? del 2004.
La letra de esta popular canción incluye los versos:
I can’t wait to go back and do Japan
Get me lots of brand new fans
Osaka, Tokyo
You Harajuku girls
Damn, you’ve got some wicked style[Traducción y reinterpretación]
Tengo ganas de volver de gira por Japón
Y sumar muchos fans nuevos.
Osaka, Tokio.
Chicas de Harajuku,
vaya estilo más molón que tenéis.
Pero Gwen no se detuvo ahí. De hecho, en este vídeo, y en muchos otros del mismo disco, la cantante norteamericana se inspira en el estilo nipón. Hasta tal punto llegó su fascinación con el movimiento que contrató a un grupo de bailarinas japonesas vestidas de cosplay, para que todas las actuaciones de su gira fueran como un domingo en Harajuku.
Dejando de lado la curiosidad musical que acabo de mencionar, Harajuku es un lugar en el que, si bien los viajeros sin ningún interés particular en la cultura pop japonesa van a pasar un momento divertido, los visitantes que sean fanáticos del manga, el anime y el mundo del cómic van a experimentar una de las mejores cosas que se pueden hacer en Japón.
Una locura de ciudad, sus curiosos habitantes son como las luces de neón que te deslumbran en el día.
Buena suerte tuviste de visitar este barrio con tanto ambiente, cuando nosotros estuvimos estaba lloviendo, aunque a cambio pudimos presenciar una boda sintoista en yoyogi :D
Que bueno, parece el Candem Town del siglo XXI.
El barrio es una pasada. Es divertido, joven, con muchísimo ambiente y tiene unas tiendas chulísimas.