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Langkawi, Malasia y el atardecer más bonito del mundo

Atardecer en Langkawi

Llegamos a Langkawi con el ferry después de atravesar un trozo de Malasia y media Tailandia en tren, barco y taxi. La verdad es que no sabíamos muy bien qué esperar de Langkawi, ya que surgió un poco a última hora y no habíamos tenido tiempo de investigar a fondo el destino.

El ferry entre Kuala Perlis y Langkawi cuesta unos 20 RM y tarda una hora y media en llegar. La zona del muelle del ferry es un pueblo portuario cutre y muy feo, con apenas un par de calles comerciales para comprar pareos y chancletas. Lo mejor es conger un taxi que te deje en Pantai Cenang, la playa más turística de la isla, donde están la mayoría de hoteles.

Yo viajé en agosto, que es temporada baja en Malasia por el monzón. Por este motivo, la zona de Cenang estaba vacía y no fue complicado negociar un precio con el hotel Beach Garden, un hotel muy básico ubicado junto al mar.

Una vez instalados contratamos para el día siguiente el tour island hopping Langkawi que incluía la visita a tres islas de los alrededores por solo 35 RM.

Después comimos algo y nos drigimos a la playa a relajarnos un rato. Quedaban muy pocas horas de luz, pero eso no fue un problema ya que Langkawi nos preparaba su primera sorpresa, el atardecer más espectacular de todos los que había visto.

Atardecer en Langkawi
Atardecer en Langkawi

A la mañana siguiente nos dirigimos al punto de encuentro del tour, en la carretera principal de la playa. Allí nos encontramos con los que serían nuestros compañeros de tour, un par de parejas locales y dos amigas que estudiaban en Kuala Lumpur pero una era de Singapur y la otra de Irán.

Como ya mencioné antes, el tour incluía visitas a tres islas, Pulau Dayang Bunting, Pulau Singa Besar y Pulau Beras Basah.

A 15 minutos en bote del embarcadero, llegamos a Pulau Dayang Bunting, o Isla de la Mujer Embarazada (Pregnant Maiden Island), que recibe su nombre de las tres montañas que componen la isla, una con forma de barriga, otra de senos y la última de una cabeza, que hacen la figura de una mujer embarazada que yace boca arriba. Como podéis ver en la foto de abajo, la isla está repleta de monos.

Monos acicalándose en la Isla de la Mujer Embarazada

Una vez llegados a la isla, subimos por un sendero entre los árboles que conduce a un gran lago de agua fresca que se supone aumenta la fertilidad de las mujeres, por lo de “Mujer Embarazada”, digo yo. Muchas son las mujeres deseosas de concebir que vienen de todas las esquinas de Malasia para bañarse en sus aguas.

Cuenta la leyenda que una hermosa princesa hada se casó con un príncipe mortal y que su primer hijo murió poco después de dar a luz. Acongojada, la princesa enterró el cuerpo del niño en el lago y antes de volver al cielo bendijo las aguas para que toda mujer que quisiese quedarse embarazada lo consiguiera bañándose en sus aguas.

El baño está permitido en el lago (anticonceptivos no incluidos).

En otra zona del lago hay además un servicio de masaje en los pies. Si tienes cosquillas, no lo intentes. No te preocupes que los peces no muerden, tan sólo acarician sus bocas babosas y sus bigotes por las plantas de tus pies.

Masaje con peces en la Isla de la Mujer Embarazada.

Después de aproximadamente una hora en Pulau Dayang Bunting, nos dirigimos a Pulau Singa Besar para ver a las águilas alimentarse. Había unas 40 volando alrededor nuestro y “pescando” los trozos de pollo que el conductor de la barca les arrojaba.

Águila de Langkawi
Águilas

Pulau Singa Besar es un santuario natural y el gobierno intenta proteger sus ecosistemas, es por esto que no es posible bajarse del barco y ver águilas es la única actividad turística que se realiza aquí.

Después de un rato, el monzón apareció y empezó a llover torrencialmente, lo que aceleró nuestra partida hacia la última isla, Pulau Beras Basah.

Lluvia en el manglar

Esta isla también estaba habitada por muchísimos monos. Las playas en Beras Basah son turquesa y la arena es blanca, por lo que la isla es ideal para bañarse. Al estar en temporada baja y rodeado de locales (los asiáticos son reticentes a meterse a la playa para no ponerse morenos), sólo compartimos la playa con una pareja de holandeses de otro tour. Afortunadamente había dejado de llover.

Mono comiendo hierba

A la vuelta del tour yo estaba ya tan cansado que creo que di un par de cabezadas, pero aún recuerdo la imagen de los peces que se veían en las aguas cristalinas a medida que la lancha nos acercaba a Cenang de nuevo.

Una vez en Cenang, logré hacer una de mis fotos favoritas de todo el viaje, de un niño jugando en la playa. Esa tarde tuvimos otro atardecer espléndido.

Niño jugando en Pantai Cenang
Atardecer en Langkawi
Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.