La gastronomía de México es reconocida a nivel mundial por su particular mezcla de ingredientes y sabores explosivos. Desde sus famosos tacos, pasando por los nachos, burritos y otras delicias, este país latinoamericano tiene un sinfín de recetas para ofrecer.
A la hora de visitar Ciudad de México, un recorrido gastronómico como los que organiza Mexican Food Tours es una excelente alternativa que permite conocer la cultura mexicana, admirar la arquitectura de esta enorme metrópolis y, por supuesto, degustar algunos de sus platos típicos.
Durante mi estadía en la capital mexicana, tuve la oportunidad de ser parte de uno de sus tours por Polanco, una de las mejores zonas para alojarse en Ciudad de México.
El punto de encuentro fue un establecimiento donde se sirve comida típica de Oaxaca, un estado al sur de México que, incluso hoy en día, sigue conservando tradiciones y costumbres pre-colombinas en la cocina.
Allí, me uní a un grupo de foodies y entusiastas gastronómicos provenientes de distintas partes del mundo. Rodrigo, el guía del tour, nos dio la bienvenida (en inglés) y aprovechó para corroborar que ninguno tuviera alergia a algún alimento o si teníamos dietas especiales.
Una vez culminadas las presentaciones, nos dispusimos a probar el primer plato: Tortillas de diferentes colores (incluyendo azul) que eran hechas con distintos tipos de maíz, acompañadas de tres variedades de mole y agua fresca de tamarindo para tomar.
Rodrigo nos explicó que existen muchos tipos de mole (salsa), siendo el más famoso el negro, cuyo color proviene del cacao en sus ingredientes. Como es bien sabido, la gastronomía mexicana incluye picante en casi todas sus recetas y esta no fue la excepción.
Algo que aprendí en México fue preguntar cuál entre las opciones de salsa era la menos picante, siendo “la roja” la respuesta más común. Sin embargo, incluso las que “pican tantito” pueden poner a sudar a quienes no están acostumbrados al chile, así que pruébalas con precaución.
La segunda parada del tour fue a tan solo un par de pasos, en un pequeño local dedicado de manera exclusiva a la preparación de tamales, uno de mis platos mexicanos favoritos.
Los tamales pueden variar en relleno, pero en este caso comimos unos de pollo. La bebida fue un atole de dulce de leche y te aseguro que si amas combinar dulce con salado, vas a disfrutar de esta mezcla tanto como yo.
Tras devorar los tamales, continuamos caminando por las calles de Polanco, entre tiendas de diseñador, parques, plazas y muchas otras atracciones de este exclusivo barrio de Ciudad de México.
Nos detuvimos en un restaurant bastante llamativo, con una pared decorada en su totalidad con máscaras de lucha libre.
En ese lugar, probamos los muy esperados tacos, esta vez al estilo “Villamelón” que, como descubrí ese día, son legendarios en la capital.
Estos tacos consisten en chicharrón, longaniza y cecina como proteína. Los vegetales incluían cebolla, cilantro y nopales, una especie de cactus que nunca pensé probar, ni mucho menos que sabría tan bien.
Si bien es cierto que México es famoso por el tequila y el mezcal, existe una bebida alcohólica mexicana aún más antigua: El Pulque, un licor a base de agave al que se le agregan diferentes sabores.
Junto a nuestros tacos Villamelón, nos sirvieron un shot de Pulque de cereza. Este trago tiene una consistencia algo viscosa y, aunque solo le di una probada, por sus grados alcohólicos, no dudo que puede causar mareos luego de un par de sorbos.
Nuestro guía nos contó que el Pulque solía ser vendido únicamente en pulquerías, pero que en la actualidad también se ofrece en algunos restaurantes y bares. Este “chupito” nos sirvió como digestivo para continuar la ruta a la que se convertiría en mi estación favorita.
Debo confesar que antes de visitar Ciudad de México no me consideraba el mayor fan de los mariscos, pero todo eso cambió en un restaurante de alta gama que se especializa en comida de mar.
Bastó con darle una mordida a una exquisita tostada con ceviche para que su sabor entre ahumado y ácido me atrapara. Por si fuera poco, la bebida fue una limonada con toques de jengibre que también resultó ser una delicia.
Aunque ya para ese momento del tour me sentía bastante lleno, aún quedaban cosas por probar, así que seguimos con una sopa de tortilla y agua de horchata en otro restaurante.
Las sopas tampoco son mi cosa favorita en un buffet, pero me asombró lo mucho que me gustó el contraste de sus ingredientes como (ji)tomates, chile, aguacate y, por supuesto, tortillas de maíz. Agregar un poquito de limón, que también se acostumbra en la mayoría de las recetas mexicanas, le dio el toque final.
Por su parte, el agua de horchata es fresca y ligera, pero complementa el sabor de la sopa perfectamente. Si tuviera que comparar esta bebida con algo sería con una avena o chicha, pero más digerible, con la cantidad exacta de dulce para no eclipsar al plato principal.
Habiendo cubierto la cuota de platos salados del tour, llegaba mi momento favorito de cualquier comida: El postre.
El primer lugar seleccionado para deleitar nuestro paladar con dulces fue una chocolatería que ofrece bombones rellenos con un sinfín de opciones de relleno como banana, mango, fresa, café, dulce de leche y sugus de uva (mi favorito), por nombrar solo algunos.
Una recomendación es que, si vas con amigos o en pareja, pidas diferentes sabores y los compartas para que puedas probar varios. Si (como cualquier mortal) amas el chocolate, te va a encantar este lugar.
Todavía saboreando el chocolate, nos aproximamos al último sitio del tour, donde se nos presentó una gran variedad de paletas de helado para escoger.
Considerando el calor que hacía, opté por una paleta de coco refrescante, apegándome a mis raíces tropicales. El helado es una de mis cosas favoritas en el mundo, así que diría que cerramos el tour con broche de oro luego de este lugar.
Si estás pensando visitar CDMX, un food tour como este (que además es bastante amigable para los principiantes en lo que a picante se refiere) es recomendable para descubrir la historia de México a través de su cocina.
No olvides llevar zapatos cómodos para caminar con tranquilidad durante este recorrido que se extiende a más de tres hora y tu cámara para capturar toda la belleza de Polanco o para causar la envidia de tus conocidos mostrando los deliciosos platos que probaste.
Agradecimientos: Esta crónica de gastronomía mexicana no habría sido posible sin la colaboración de nuestros amigos de Mexican Food Tours.
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