Una de mis películas favoritas de todos los tiempos.
Estrenada en 2003, y laureada con 6 premios de la Academia de Cine Europeo, los Euro-óscares, para que nos entendamos, Good Bye Lenin! es una comedia, amarga a veces, centrada en el Berlín de finales de los años ochenta, y protagonizada por Alex (Daniel Brühl), quien ha de cuidar a su convaleciente madre, una militante del Partido Comunista de la Alemania Oriental que acaba de despertar de un coma en el que cayó en octubre de 1989, días antes de la caída del muro de Berlín y la llegada del capitalismo a la República Democrática.
Su frágil estado de salud hace que Alex se vea obligado a hacerle creer que todo sigue igual, para lo cual tendrá que desplegar, con la ayuda de su familia y algunos vecinos, todo un show que convertirá su piso en una isla anclada en el pasado mientras el resto de la ciudad avanza a pasos de gigante hacia los brazos del capitalismo.
La forma en la que está contada la historia, la excelente actuación de los protagonistas y el trasfondo enternecedor hace de la película una cinta cautivadora con la que cualquier hijo se pude sentir identificado.
Good Bye Lenin! muestra un Berlín dividido, a caballo entre dos mundos, que poco a poco se va transformando para convertirse en lo que aún hoy quiere ser, una ciudad unificada y poderosa, sede del gobierno de la economía más sólida de la Unión Europea.
Aún hoy la ciudad tiene cicatrices que le recuerdan su singular pasado, la historia retratada aquí, su historia particular que la hace una ciudad única, que la hace fuerte, que la hace Berlín.
