Ceausescu es el nombre del hombre que gobernó Rumanía con mano de hierro desde 1967 hasta su ejecución en 1989. Conocido megalómano con delirios de grandeza, el autoritario dictador pasó a la historia, entre otras cosas más infames, por ser el artífice del plan de urbanismo más ambicioso que se recuerda en Bucarest.
El pináculo de esta renovación arquitectónica y urbana de la capital de Rumanía es sin duda el edificio del Parlamento o Casa del Pueblo.
Esta faraónica obra presenta un estilo neoclásico ecléctico y, a pesar de las parecer cien años más viejo, su construcción se comenzó en 1984. Sus 340.000 metros cuadrados lo convierten en el edificio administrativo más grande, costoso y pesado del mundo según el libro Guinness de los records, además de ser el segundo con la mayor superficie de fachada (después del Pentágono) y el tercero en volumen total.
Tiene doce plantas sobre terreno (hasta 86 metros de altura) y ocho subterráneas (hasta 92 metros). Maderas nobles, mármoles, alfombras de cinco centímetros de espesor y grandes lámparas de aluminio, bronce y cristal de hasta dos metros de altura se suceden en los más de 64 salones de recepción y 3.100 habitaciones que Ceaucescu ideó para lo que sería su residencia y sede del gobierno central.
Para la construcción del palacio, y del gran bulevar Uniri hubo que derribar gran parte de la ciudad medieval y el antiguo barrio judío, incluyendo iglesias, sinagogas y monasterios, en total algo más de 7000 vivendas fueron demolidas.
Para su construcción se necesitaron 700 arquitectos y tres turnos de 20.000 obreros trabajando 24 horas al día durante cinco años seguidos. Después de un paréntesis tras la muerte del dictador en 1989, las obras fueron retomadas en los años 90, si bien hoy aún se encuentra inacabado.
La Casa del Pueblo es hoy un edificio de usos múltiples que, además de sus funciones como sede del Poder Legislativo rumano, actúa como salón de congresos y atracción turística.
Desde el 2004, su ala oeste acoge el MNAC, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Rumanía, que expone lo último en arte moderno y las vanguardias más progresistas en plástica, performance, vídeo y sonido.
Actualmete sólo un 30% de la superfice de todo el Palacio del Palamento Rumano tiene un uso administrativo y sólo una pequeña parte (un 5%) está abierta al público.
El palacio organiza visitas turísticas guiadas diarias del interior. Las visitas tienen un coste de 15 lei (3,50€). Existe una tasa de 30 lei (7€) por realizar fotografías del interior y al tratarse de un edificio oficial, es absolutamente necesario presentar el pasaporte para acceder al recinto.
Entre las curiosidades del Parlamento de Bucarest, cabe destacar la existencia de un búnker 20 metros bajo el edificio. Se dice también que en los años 80, sólo el palacio del Parlamento consumía en cuatro horas la electricidad necesaria para iluminar todo Bucarest un día entero. Actualmente, la mayor parte de las lámparas del mastodóntico edificio (cuyas bombillas han sido reemplazadas por sustitutos de bajo consumo) sólo se encienden cuando visita algún dignatario especial.
Probablemente la leyenda urbana más popular que envuelve a la Casa del Pueblo sea la que cuenta que en los 90 Michael Jackson, asomado en uno de sus balcones gritó a la gran masa Hello Budapest, I’m so glad to be here (Hola BUDAPEST, estoy muy contento de estar aquí). Aunque el Rey del Pop de verdad dijo esta fatídica frase, no fue en el Parlamento sino en el Estadio Nacional durante un concierto.
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