¿Cartel en un WC pidiendo felaciones? |
Este post es un complemento al que publicara hace un tiempo sobre la importancia del inglés al viajar aplicado a China.
Es verdad que el inglés es un arma importantísima para viajar por el mundo, si bien también es verdad de que en China a lo mejor no tendrás oportunidad de practicarlo.
¿Cuánto inglés saben en China?
Poco, muy poco. La mayoría de las personas que se te acercan sabrán decir un par de palabras en inglés, y eso es todo. No esperes que la gente de a pie hable inglés; esto es válido para los dependientes de las tiendas, taxistas, conductores de autobús y personas que veas por la calle.
Hay que ir preparado para practicar el lenguaje corporal extremo, la mímica y el dibujo en todo momento.
¿Dónde es más común el inglés en China?
Ni siquiera en los hoteles es fácil encontrar personal que domine el inglés, de hecho, es más fácil encontrar personal bilingüe o con un nivel avanzado en un albergue que en un hotel de tres estrellas.
A grandes rasgos y comprensiblemente, las ciudades tienen más gente que hable inglés que las áreas más rurales y Shanghai tiene más angloparlantes que Beijing o Xi’an, por ejemplo.
¿Qué hacer si mi interlocutor sólo habla chino?
La apuesta más segura es llevar encima la guia de viajes, la Lonely Planet, por ejemplo, tiene un apartado de frases y un pequeño glosario escrito en chino, inglés y en fonético.
Lo mejor es acercarse a la persona con la guía en mano, apuntar a la frase en chino que mejor exprese lo se quiera preguntar y poner cara de cordero.
El tema alimenticio
En casi todos los aspectos, la dificultad de expresión y comunicación en China es casi anecdótica y es un rasgo atractivo para alguien que busca desconectar del mundo. Sin embargo, el momento más crítico en el que necesitas que alguien te entienda es a la hora de comer.
No todos los restaurantes en China tienen la carta traducida al inglés. De hecho, en las zonas no turísticas, prácticamente ninguno traduce sus cartas. Los pocos restaurantes que sí las traducen lo hacen de tal manera que son probablemente motivo de suicidio de muchos filólogos ingleses por todo el mundo.
La buena noticia es que una buena parte de los locales de restauración cuenta con cartas en chino, pero con fotografías a todo color de los platos que sirven.
Anécdotas “Lost in Translation”
Uno de los primeros días en Pekín, a la hora de la comida entré en un restaurante alejado del centro en el que con toda probabilidad no se suelen dejar ver occidentales muy a menudo.
La carta, como era de esperar, estaba sólo en chino, aunque contaba con las útiles fotografías para, al menos, tener una idea de lo que estaba pidiendo.
Acostumbrado a los menús de los restaurantes chinos en España, pedí un pollo con almendras, ya que en la foto tenía muy buena pinta.
Al llegar el pollo con almendras resultó ser un plato de callos con ajos… mi gozo en un pozo.
Pero eso no quiere decir que los pocos restaurantes que tienen menú en inglés acierten del todo.
Esta vez en Shanghai, tenía ganas de probar el pato, ya que no había comido pato en toda mi estancia en China. El menú del restaurante al
que fui no tenía fotos, pero estaba en inglés. Así que pedí el roasted duck. El camarero trajo un plato con pato, eso es verdad… un pato entero, con ojos, pico, plumas, patas y todo, eso sí, roasted estaba.
Obviamente esto no es culpa del inglés en sí, sino de más bien de la falta de foto del plato en cuestión.
Como siempre tus anécdotas y comentarios son bienvenidos. ¿Qué momentos Lost in translation has tenido tú en tus viajes ?
Acabo de descubrir tu blog a través del de Inés…Me ha hecho mucha gracia esta entrada. La de anécdotas que pueden surgir cuando no te entiendes con la gente autóctona, jejeUn saludo
hahahaha, eso me suena de Bulgaria también… fuera de Sofía es toda una aventura xDy sí… Jam es mermelada de toda la vida jajaja
Lo de que los menús tengan foto es un gran avance. En Ucrania, que tampoco habla nadie inglés, ni en hostales ni en restaurantes, figúrate cómo hacía para pedir comida. Normalmente iba a lugares en los que se pudieran ver los platos, o sino, practicamente les dejaba que me pusieran un plato de loquelesdieralagana, y la verdad es que se portaban bien.En Camboya, un día de los que tenía un hambre especialmente atroz, esperaba que me trajeran un suculento bocadillo de jamón y queso, que resultó se un bollito blando, un quesito y mermelada. Jam no es Ham!