Los primeros esbozos que dibujara Francisco de Paula del Villar de la que se convertiría en la atracción turística por excelencia de Barcelona la representaban como un templo de corte neogótico.
El proyecto de iglesia que había ideado Villar duraría poco tiempo, en 1883, y con tan solo la cripta construida, el arquitecto abandonó la obra y fue reemplazado por Antoni Gaudí.
El genial arquitecto descartaría los planes originales y dedicaría las siguientes cuatro décadas a construir la que sería una de las iglesias más famosas del mundo. Gaudí dotó a la Sagrada Familia de tres fachadas. Al este, simbolizando la salida del sol, la del Nacimiento. Al oeste, justo en el ocaso, la de la Pasión y justo entre ellas, la principal, la de la Gloria. En cada una de las tres fachadas había previsto un gran portal con tres puertas, coronadas por cuatro torres campanario agrupadas de dos en dos.
La fachada del Nacimiento
Fue la única en la que puedo intervenir directamente el genial arquitecto antes de morir en 1926. Está orientada al noroeste y es iluminada por el sol matinal, simbolizando el misterio de la Encarnación. El programa iconográfico se centra en la infancia de Cristo. La puerta central está dedicada a la Caridad, la de la derecha a la Fe y la de la izquierda a la Esperanza. La elaborada obra escultórica tuvo un curioso origen, ya que procedía de vaciados de moldes de seres vivos, de cadáveres procedentes del hospital de la Santa Cruz, esqueletos reales, vegetales e incluso objetos diversos, como maniquíes de hierro o latón.
La fachada de la Pasión, Subirachs en la Sagrada Familia
En enero de 1987, el escultor Josep Maria Subirachs comenzó el proyecto escultórico de la fachada de la Pasión, que culminó en 2002 con su pieza estrella, un Cristo totalmente desnudo realizado en bronce y de siete metros de altura. Entre los grupos escultóricos se encuentran ciertas alusiones a Gaudí, como el rostro del arquitecto aplicado a un apóstol anónimo en la escena de la Santa Cena o los cascos de todos los soldados, que representan las chimeneas de la azotea de La Pedrera.
Un bosque de piedra
Los contrafuertes clásicos de las catedrales góticas son sustituidos en el interior por gradas que tienen una función idéntica, y los arcos ojivales ceden su lugar a arcos parabólicos como prolongación de unos pilares oblícuos, permitiendo así transmitir la carga de una amplia bóveda central. El interior se transforma así en un bosque de columas que giran sobre sí mismas y se ramifican como la copa de un árbol. La luz cenital se tamiza entre óculos abiertos como si se tratara del sol entre las hojas y la impresión interior es la de un extraño bosque animado.
Las escuelas
En el exterior, justo al lado izquierdo del presbiterio, se observa un curioso edificio que poco tiene que ver con la monumental iglesia. Se trata de una nave provisional construida para alojar unas escuelas a comienzos del siglo XX. Es también obra de Gaudí y fue concebida con la premisa de utilizar los mínimos materiales posibles, obteniendo el máximo de estabilidad. Logra hacerlo mediante un pabellón diáfano con una bóveda tabicada de ladrillo que incluso obtuvo reconocimientos del mismísimo Le Corbusier.
Información útil:
Horario
De octubre a marzo, de 9.00 a 18.00 h
De abril a septiembre, de 9.00 a 20.00 h
25 y 26 de diciembre – 1 y 6 de enero, de 9.00 a 14.00 h
Tarifas: 19, 30 euros con guía y 14,80 euros sin guía. Reducida 12,80 (niños y jubilados)
Transporte público
Metro: Sagrada Família (L2 y L5)
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