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El mercado romano de Campo dei Fiori

Puestos en el Campo dei Fiori
Campo dei Fiori

En , como en muchos otros lugares turísticos, la vida cotidiana de los romanos está intensamente ligada con la de los millones de viajeros que cada año la visitan, atraidos por la inmensa oferta cultural y gastronómica de la capital italiana.

Por este motivo, es difícil encontrar en el centro de la ciudad lugares auténticos de verdad.

La mayoría de las guías de viaje idealizan el Campo dei Fiori, que no es ni la más hermosa ni la mejor conservada de las plazas de Roma. Leerás en muchos foros que el mercado de comida de esta plaza es una experiencia “auténtica romana” y que es casi un viaje etnológico a las raíces de Italia.

Me gustaría poder contarte que el mercado de Campo dei Fiori es una burbuja de “la Roma profunda” dentro del megaturístico centro histórico de la Ciudad Eterna. Pero no lo es.

Mucha, mucha pasta

Y no quiero que me malinterpretes, me encanta el mercado de Campo dei Fiori. Me parece un lugar pintoresco, con una atmósfera diferente y donde se vende la mejor mozzarella que se puede encontrar al norte de Campania. Ahora, ¿Me parece un lugar auténtico? No demasiado.

Pero en esta época en la que vivimos, ¿qué es “auténtico”?

Admitamos que el Campo dei Fiori es más auténtico que los figurantes vestidos de soldados romanos que se pasean por los Fori Imperiali, y que comprar pasta en este mercado es una actividad más típicamente romana que hacer tres horas de cola para entrar en los Museos Vaticanos, pero en el momento en el que una mini-bolsa de penne de colores luce una etiqueta de 6,50€ o que un vendedor de queso scamorza anuncia sus precios a viva voz en inglés, el nivel de autenticidad desciende, y vaya si lo hace.

Así que te voy a hablar sobre este mercado con total franqueza, sin edulcorantes ni disfraces.

Puestos en el Campo dei Fiori

¿Vale la pena visitar el Campo dei Fiori?

Sí, absolutamente.

Y aunque los mercados de los barrios periféricos de Roma probablemente ofrezcan experiencias más auténticas y que el Campo dei Fiori esté algo “turistificado”, el encanto del lugar no se puede negar. Pasear por la plaza degustando con los ojos la comida fresca, las conservas y la pasta artesanal y soñando con lo suculenta que quedaría una ensalada con esa mozzarella y la rúcula fresca que exhiben algunos puestos es impagable. Lo que también es impagable son muchos de los artículos que se venden aquí, así que ve con el bolsillo lleno si planeas comprar alguna cosa.

Aunque algunos carteles estén en inglés y sea complicado pasar cinco minutos en el mercado sin ver a una familia de turistas americanos en bermudas y calcetines blancos, también es verdad que muchos romanos van al Campo dei Fiori, ya sea para comprar algún ingrediente para la cena o para sentarse en algunos de los muchos cafés que rodean los puestos.

Campo dei Fiori es principalmente un lugar para ver y ser vistos. Además es uno de los mejores barrios para dormir en Roma.

Iglesias que se asoman al Campo

Como todo en Roma, el mercado tiene una historia rica y algo controvertida.

En el lugar que ahora ocupa el Campo es donde antiguamente se erigía el Teatro de Pompeyo, que data del siglo I aC. De hecho, la arquitectura de algunos de los edificios de la plaza sigue la curvatura de los cimientos del antiguo teatro. En la Edad Media, esta zona de Roma había sido abandonada y las ruinas del teatro romano invadidas por la naturaleza. Cuando la zona fue repoblada en el siglo XV, fue bautizada Campo de las Flores. Su aspecto asilvestrado pronto fue reemplazado por el pavimento que daría paso a una zona de residencias de lujo, tales como el cercano Palazzo della Cancelleria, el primer palacio renacentista construido en Roma, y el Palazzo Farnese, que ahora alberga la Embajada de Francia.

Durante la Inquisición romana, que tuvo lugar a finales del siglo XVI y principios del XVII, las ejecuciones públicas se llevaban a cabo en el Campo dei Fiori. En el centro de la plaza se erige la solemne estatua del filósofo Giordano Bruno en el lugar donde fue quemado vivo en 1600.

Estatua de Bruno

Bruno, que ahora es todo un símbolo en contra de la barbarie religiosa, formuló diversas teorías cosmológicas que superaron el modelo propuesto por Nicolás Copérnico. Propuso que el Sol era simplemente una estrella y que el universo había de contener un infinito número de mundos habitados por seres inteligentes. Por su pensamiento teológico fue condenado por las autoridades civiles de Roma a morir quemado en la hoguera, al ser encontrado culpable por la Inquisición romana de herejía y panteísmo.

Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.