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Nadar con leones marinos, Callao y la Chuck Norris peruana

Leones marinos

– “Aún no te lo he dicho, la marea estará muy alta mañana y pasado, se suspende lo de los leones marinos.”

En ese momento sentí que se me estrujaba el páncreas, o el bazo, que no los distingo.

Desde que recibí el programa de mi viaje a Perú, nadar con leones marinos había sido la actividad que más me quitaba el sueño, que le den a Machu Picchu. Por eso, cuando Esther, la representante de LAN Airlines que nos acompañó durante el viaje, nos comunicó que se cancelaba la actividad, me sentí devastado. Sólo quedaba ahogar mis penas con comida, a poder ser con comida gourmet. Afortunadamente Esther tuvo la delicadeza de avisarme mientras cenábamos en el restaurante Astrid y Gastón de , por lo que pude transformar mi decepción en calorías con relativa facilidad.

– “He contactado con Limatours y nos han organizado una visita a una fortaleza antigua en sustitución de lo de los leones marinos, nos recogen a la misma hora mañana”.

Yo no estaba para nada convencido de que la visita a esa fortaleza fuese un fair trade por la experiencia de nadar con leones marinos y por lo que pude comprobar, la guía de Limatours tampoco.

Nada más recogernos, la primera pregunta de Margot fue: “¿Y quién les recomendó la visita del Real Felipe?”. Nos miramos entre nosotros y contestamos que fue la opción por defecto de la agencia. Margot, con cierta cara de preocupación nos suelta un:

-Ajá, ¿y cuáles son sus expectativas respecto a la visita?

Ya estaba, la visita sería una caca.

Margot se quedó pensando unos segundos.

-Pero, ¿quién les dijo que la autoridad portuaria cerraría el espacio hoy y mañana? Normalmente lo cierran durante unas horas, no saben si mañana va a mejorar o no.

Afortunadamente nuestra guía era una especie de Chuck Norris peruana. Sin decirnos nada, cogió el teléfono para llamar a la central. De la conversación que mantuvo sólo trascendían algunas frases, una de las cuales me devolvió la esperanza (de nadar con leones y en la humanidad en general).

-“¿Quién allí tiene una bola de cristal para predecir el estado del mar a dos días vista?”

Tras una conversación algo acalorada con la oficina, Margot se giró y nos indicó que al día siguiente nos recogerían temprano para nadar con leones marinos, que esperásemos la llamada por la mañana que confirmaría el estado de la mar.

Margot, creo que te voy a poner un piso.

La Fortaleza del Real Felipe

Después de unos cuarenta minutos cruzando el caótico tráfico de Lima llegamos.

El Real Felipe es un fuerte marítimo ubicado en el distrito portuario de Callao en Lima.

La fortaleza fue construida en 1747 para defender el principal puerto del Virreinato del y la ciudad de Lima de piratas y corsarios.

En 1866 el Real Felipe fue uno de los principales bastiones de resistencia en la batalla naval entre y Perú, con la que los españoles pretendían reconquistar (independizada en su mayoría) a través de Lima.

Actualmente es la sede del Museo Militar del Perú y aunque para los peruanos tiene un especial valor patriótico e histórico, pudimos comprobar que la fortaleza es de escaso interés para cualquier visitante extranjero.

La visita al castillo empieza con un vídeo de 20 minutos sobre la visita al castillo… en este momento decidimos levantarnos y pedirle a Margot que por favor nos llevase al mercado del Surquillo, mucho más interesante y fotogénico.

El puerto colonial del Callao

Después de una copiosa comida consistente básicamente en ceviche, una exploración del centro de Lima, y una cena de lujo, me fui a la cama con la esperanza de que a la mañana siguiente por fin saldríamos a ver leones marinos.

Habíamos quedado en vernos en el lobby del hotel a las 8:40, pero yo a las 7:30 ya estaba levantado y desayunado, algunos dirían que soy un flipado, yo lo llamo expectación.

A la hora acordada llegó la furgoneta de Limatours a recogernos, muy a nuestro pesar, Margot no estaba disponible y nos enviaron con otra guía llamada Alicia.

Efectivamente, la bola de cristal de Limatours había fallado. La mar estaba fresquíbiris (referencia) y más calmada, el espacio marítimo había sido abierto.

Una hora de horrible tráfico más tarde estábamos en Callao de nuevo, con mejor cara y bastante más animados que el día anterior.

Ya que el tour era compartido, aún teníamos una hora de espera hasta que llegaran los otros participantes.

Contra la voluntad de la guía, que decía que esa zona era muy peligrosa, y mientras esperábamos, decidí aventurarme y acercarme a la plaza de Callao para hacer algunas fotos y comprar una coca-cola o algo.

Gracias a su estatus de puerto más importante de las colonias españolas, Callao disfrutó, durante la época colonial y hasta bien entrado el siglo pasado, de una prosperidad abundante que aún hoy es visible en la elegancia de sus decadentes edificios.

La plaza colonial de Callao se encuentra ubicada justo enfrente de la Iglesia Matriz, la más antigua del puerto y flanqueada por edificios antiguos que albergan cafeterías populares y tiendas variadas.

Uno de los principales encantos de esta zona es que, salvo por la inmensa plaza Grau, parece no estar hecha para turistas, lo que le da una sensación de autenticidad que no encuentras en el súper restaurado centro histórico de Lima.

Calle de Callao

Después de un rato, me reuní con el resto del grupo en la Casa Piaggio, una elegante casona de finales del siglo XIX que alberga una pequeña (y algo hortera) cafetería. El palacete, construido en 1850 para un empresario italiano, conserva aún rastros en su interior de su pasado glorioso y de una época que parece que nunca volverá.

Casa Piaggio – Interior

Nos tomamos unas Inca Colas en la Casa Piaggio antes de volver al embarcadero desde el que partía nuestra lancha a las islas Palomino.

Un paraiso ornitológico y marino

Llegamos al puerto del que partía el tour para encontrarnos con nuestros compañeros de ruta, una familia peruana acomodada con tres niños (que resultarían bastante insoportables el resto del viaje).

Vista del puerto

Nos pusimos los salvavidas y partimos rumbo al mini-archipiélago de las islas Palomino, que se ubica al oeste de la isla de San Lorenzo, a 12 millas náuticas de tierra firme.

San Lorenzo tiene unos 8 kilómetros de largo por 2 de ancho y es la isla más grande de Perú. La ausencia de fuentes naturales de agua dulce hace que la isla no cuente con población permanente, si bien alberga una base naval y una de las residencias estivales del presidente del Perú.

Isla de San Lorenzo

La presencia de las islas hace que el mar entre estas y tierra firme sea más calmado que el del resto de la costa, creando un puerto natural que fue aprovechado por los españoles para erigir aquí sus muelles.

El principio del viaje fue bastante tranquilo, mar calmada e infinidad de aves para observar, pelícanos, cormoranes, piqueros y diversos tipos de gaviotas llenan el horizonte. Los únicos ruidos que podían oírse eran los ocasionales berridos de la niña peruana diciendo cosas tan tiernas como “vamos todos a morir”.

Aves marinas del Perú

Una vez entramos en mar abierto, la marea se hace un poco más movida y las primeras nieblas empiezan a asomarse. La visibilidad se reduce, pero no interrumpe nuestro trayecto. El chico del tour nos explica curiosidades sobre la inmensa y árida San Lorenzo, que se yergue a nuestra izquierda. Aparentemente, si bien la isla nunca tuvo una población permanente, las civilizaciones preincaicas que habitaban la tierra firme venían hasta aquí a celebrar rituales y a inhumar a sus difuntos.

Pero los indígenas no son los únicos cadáveres que San Lorenzo guarda, en la isla descansan los restos de alrededor de cien piratas que intentaron saquear Lima. A lo largo de los años, la isla sirvió como lugar de cuarentena y muerte de bucaneros enfermos, marineros con cólera y enfermos de tuberculosis.

Actualmente las visitas a la isla están restringidas y únicamente puede verse a alguno que otro pescador faenando en su costa.

San Lorenzo y una lancha de pescadores

Otras cosas que pueden verse y que son menos pintorescas que los pescadores son medusas, medusas del tamaño de hornos microondas.

Medusa roja

Y en estás aguas tengo que nadar con leones marinos

¿Pingüinos en Perú?

Sí señor, cuando llegué a pensar que lo había visto todo, una isla rocosa, repleta de pinguinos, apareció entre la niebla.

Pingüinos en Perú

Estas curiosas aves viven en estas islas todo el año y no migran a ninguna parte, ni siquiera al Polo Sur a ver a sus familias.

Y por fin, nadé con leones marinos

Juzgar un viaje por diez minutos de estar en agua congelada junto a bichos de 300 kilos que saltan y gimotean me parece injusto, pero fue uno de los mejores momentos del viaje a Perú.

Al principio vimos uno en una roca lejana mientras pasábamos con la lancha, después fue un grupo y cuando quisimos darnos cuenta, teníamos hordas de leones marinos persiguiendo nuestra lancha mientras otros miles, en las islas del fondo gritaban como locos.

Leones marinos persiguiendo nuestra lancha

-Ahora entiendo por qué les llaman leones marinos.

Al principio dan algo de miedo, pero pasado un rato entiendes que simplemente son animales curiosos y que vienen a “saludarte”. Al carecer de depredadores naturales, los leones marinos de estas islas son pacíficos.

Leones marinos

Llegaba el momento de la verdad y del neopreno. El instructor me alcanzó un traje, que me quedaba como un guante (o mejor dicho, talla guante) y se dispuso a darnos las instrucciones.

-“Cuando diga salten, saltan, nada de arrepentirse al último minuto. No se acerquen a las rocas, les podría caer uno encima. No los toquen ni hagan ruidos fuertes”.

Me metí en el traje de neopreno talla Ken y esperé a que mis dos compañeros de aventura, Diego y Esther saltaran al agua, los otros bloggers se quedaron en la lancha.

Faltaba yo.

-Venga. tú puedes. Suelta la puta maldita barandilla. ¡Ay!

Se me dislocó el hombro. Es algo que me pasa bastante a menudo, encajé el brazo de nuevo en su sitio, lo moví haciendo círculos y al agua que me tiré.

-Así que así es como se siente el agua a 10 grados centígrados.

El fantástico traje de neopreno talla hámster sorprendentemente me hacía flotar mejor, si bien el agua fría se metía por todos los sitios.

-No duraré mucho.

Como pude, me acerqué a mis compañeros y a los leones marinos para vivir los 15 minutos de agua helada más placenteros de mi vida.

Yo soy el de verde

Los leones marinos, o lobos marinos, como se les conoce en Perú, son adorables, curiosos y les huele el aliento fatal, pero se les perdona por ser adorables.

Saltaban, jugueteaban, se metían por debajo de nosotros para luego salir y “rugir”.

Bajo el agua…

La experiencia fue inigualable, daba igual el neopreno tamaño XXXXS, la niña pesada, el frío, el olor… Estaba nadando con leones marinos.

Pero el momento en el que dejé de sentir los dedos de los piés decidí que había sido suficiente y volví a la barca a calentarme.

En ese lugar estuvimos unos minutos más y partimos de nuevo para intentar dar la vuelta a San Lorenzo. Lamentablemente la niebla nos impidió proseguir y volvimos por el mismo lugar que vinimos.

Yo estaba agotado, pero daba igual.

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Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.