Los últimos rayos de sol del día calentaban mis mejillas mientras me aproximaba a la pista de aterrizaje. Esta vez, no volaba a ningún sitio, no me aguardaban molestos controles de seguridad ni esperas en una terminal.
La pista a la que me refiero, si bien es tan real como la terminal que la rodea, hace años que no recibe un solo avión. En cambio, los ires y venires de este aeropuerto ya no son de estresados viajeros que corren por alcanzar su vuelo a tiempo, sino de ciudadanos de a pie que emplean sus terrenos a modo de parque.
Estoy en Tempelhof, el aeropuerto más antiguo de Berlín, que cerró sus puertas en el 2008 para convertirse en el espacio público más grande de la capital alemana.
El aeropuerto de Tempelhof de Berlín fue en su día el más grande e importante de toda Alemania, si bien hoy las únicas ruedas que hacen fricción en sus pistas son las de las cientos de bicicletas y patinetes y los artefactos que surcan su cielo son cometas de todos los colores.
El aire era frío y la brisa típica de finales de septiembre auguraba que el verano era cosa del pasado, pero esto no parecía importar a los berlineses que seguían allí, tirados en el césped, pedaleando en sus bicicletas, elevando sus cometas al cielo.
Tempelhof tiene una historia ajetreadísima. Originalmente en su emplazamiento se encontraba una ciudadela militar del ejército prusiano, a principios de siglo sirvió de campo de despegue para el pionero piloto Orville Wright, quien sería el primero en hacer despegar un aeroplano desde esta explanada. Los años 20 vieron el auge de los zepelines que partían de Tempelhof y poco después llegaría la revolución del transporte con el nacimiento de la aviación comercial y la aerolínea Deutsche Luft Hansa (actual Lufthansa).
Tras su llegada al poder, Adolf Hitler se interesó particularmente por el aeropuerto como uno de los ejes de desarrollo de la capital del III Reich, que incluía la construcción de una inmensa terminal, que aún puede apreciarse hoy en día. En los años de la postguerra, los famosos “Candy Bombers” americanos lanzaban chucherías y comida a los niños que esperaban ansiosamente en los alrededores del aeródromo.
Los años pasaron y el aeropuerto de Tempelhof siguió siendo protagonista de algunos de los hitos más importantes de la aviación comercial, sin embargo, la imposibilidad de ampliar las pistas para recibir aeronaves más grandes y la construcción del aeropuerto de Tegel en el norte de la ciudad hicieron que se fuera quedando obsoleto hasta que cerrara sus pistas definitivamente en el 2008.
Poco tiempo dspués, el mítico campo aéreo se convirtió en Tempelhof Feld, un espacio urbano, abierto, utilizado para fiestas, actividades, barbacoas, eventos musicales, breakdance y exposiciones de arte. Una de las actividades más populares en Tempelhof es volar cometas, y esto es claramente palpable nada más acceder al parque.
La zona alrededor de Tempelhofer Feld, compuesta por los barios de Neukölln y Tempelhof, es una de las más agradables e indicadas para dormir barato en Berlín. Leer más sobre dormir en Neukölln.
A lo mejor es porque estoy acostumbrado a vivir en Barcelona, donde todo parece estar ideado para el turista, pero cuando vengo a Berlín la encuentro tan humana, tan ‘vivible’ que me apetece pillar todo lo que tengo y decir Auf Wiedersehen Spanien!
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Cuando estuve en Berlin fui a visitar Tempelhof, porque allí ocurre la escena final de una de mis películas favoritas (Uno, dos , tres de Billy Wilder) que trascurre en el Berlin de un poco antes del muro.
Hola Luis!
Fui a Berlín recientemente y me encantó. Me pareció tan “vivible” que si tuviera la oportunidad me mudaria sin dudarlo.
He ido a 20+ países y no puedo decir lo mismo de muchas ciudades.
Saludos!
Ya somos dos! Gracias por el comentario
Se me ocurre algún que otro aeropuerto español que podría barajar convertirse en parque..más utilidad tendría seguro! ;)
No conocia este caso, la verdad es que me parece un aprovechamiento genial y un desahogo para una ciudad, hacen falta espacios amplios así que se puedan utilizar para pasear, picnics, barbacoas..muy bien, si!