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Viaje al Salto del Ángel y Parque Nacional de Canaima

El Salto del Ángel desde abajo
Pie del Salto Ángel

Historia del “descubrimiento” del Salto Ángel

Los pueblos autóctonos de conocían la existencia del Salto Angel desde épocas remotas. Sin embargo, la popularización de las cataratas ocurrió en los años 30 del pasado siglo cuando el piloto y explorador norteamericano Jimmy Angel descubrió la espectacular caída de agua ante el resto del mundo.

El avión de Angel quedó atascado en una meseta de la selva venezolana mientras realizaba una exploración en solitario de la zona en búsqueda de oro. Desde la cima de la meseta, Angel divisó un riachuelo que desembocaba en una caída de agua impresionante que se perdía cientos de metros entre la niebla.

Angel tuvo que volver andando los 20 kilómetros que lo separaban de la civilización y su aeronave fue abandonada en la cima de la meseta como monumento a su descubrimiento. Pronto el mundo entero conocería las cataratas, bautizadas como Salto Ángel.

El Salto del Ángel se precipita desde lo alto de una meseta o Tepui llamado “Auyantepui”, la meseta el Salto Ángel es una de las más de cien de este tipo esparcidas por las tierras altas de Guayana, en el sureste de Venezuela.

Lo que caracteriza a estos gigantes durmientes es su inmenso tamaño y su cima plana con laderas casi totalmente verticales. Los tepuyes están constituidos de arenisca. Sus faldas verticales se formaron a partir de la erosión de las intensas lluvias a lo largo de miles de millones de años.

El avión de Jimmy Angel, llamado “El Río Caroní”, permaneció en la cima de las cataratas hasta 1970, cuando fue trasladado y expuesto en el aeropuerto de Ciudad , donde permanece hasta nuestros días.

Cómo ir al Salto del Ángel

 

Hay distintas formas de llegar al Salto del Ángel. Dependiendo del lugar de donde se parta y el presupuesto existen distintas opciones.

El aislamiento de la zona hace que sea muy desaconsejable (por no decir casi imposible) llegar a las cataratas de forma independiente, por lo que es necesario contratar una excursión en Ciudad Bolívar o Ciudad Guayana, las principales puertas de entrada al estado Bolívar y al Parque Nacional de Canaima.

Desde Caracas: Se puede ir tanto en autobús como en avión.

Los autobuses salen regularmente desde la Terminal de Oriente en Caracas hacia Ciudad Bolívar y Ciudad Guayana (o Puerto Ordaz). La estación está a unos 20 km al este de Caracas y no es accesible en metro. La buena noticia es que existen alternativas privadas como Rodovías o Peli Express con terminales en la zona este de la ciudad y autocares directos a Ciudad Bolívar.

Viajar en avión a Ciudad Bolivar o Puerto Ordaz es fácil ya que existen
conexiones diarias desde Caracas a través de las aerolíneas Conviasa, Aeropostal, Rutaca y Aserca Airlines.

Desde Isla de Margarita:

La forma más directa de llegar es por avión, aunque también se puede ir en ferry hasta Puerto la Cruz o Cumaná y allí proseguir el viaje en autobús.

Una vez en Ciudad Bolívar o Ciudad Guayana se pueden contratar tours en las oficinas de turismo o agencias de viaje. Estos tours suelen incluir los trayectos en avioneta hasta Canaima y el transporte en canoa (con motor) hasta la cascada.

Mi Tour del Parque Nacional de Canaima y el Salto del Ángel

Después del vuelo de avioneta de poco menos de 1 hora desde Ciudad Bolívar, por fin aterricé.

Avioneta surcando el cielo de la selva

El punto de entrada al Salto es el aislado pueblo de Canaima, situado en un bello paraje junto al río Carrao, donde una serie de cataratas caen en una gran laguna. El pueblo está ubicado dentro del Parque Nacional Canaima, de 3 millones de hectáreas y sin acceso por carretera. La pequeña pista de aterrizaje está rodeada de una gran variedad de avionetas que se apelotonan.

Avioneta del tour
Laguna de Canaima

En este punto se dividen los grupos de acuerdo a la clase de tour que se haya contratado.

El tour barato (el que contraté yo) es el primero en ser despachado a los campamentos de madera río arriba. Los tours más caros suelen incluir una noche en Canaima en habitaciones con aire acondicionado.

Mi grupo de viaje consistía en una pareja de españoles, una de venezolanos y un grupo de mochileros estadounidenses, además de nuestro guía de origen pemón, la tribu indígena de Venezuela oriunda de esta zona.

Canoa en la Laguna de Canaima

Una vez acomodados en la canoa motorizada y (afortunadamente) con los chalecos salvavidas puestos, partimos a toda velocidad surcando las aguas de la Laguna de Canaima hacia el “Salto del Sapo”, donde otra canoa cargada de provisiones estaba esperando para llevarnos a la selva.

Tepuy entre las nubes

El Salto del Sapo tiene la particularidad de que se puede pasar por detrás de sus aguas, es decir, entre la pared de roca y la cascada. Aunque existe una cuerda de seguridad para evitar accidentes, se recomienda extremar las precauciones, especialmente porque el suelo está siempre húmedo. El ruido ensordecedor del agua cayendo y las pequeñas gotas que salpicaban la piel a toda velocidad hicieron que el atravesar la cascada del Sapo fuese una de las experiencias más intensas del viaje.

Salto el Sapo
Salto el Sapo desde arriba

El acceso en canoa al Salto Angel se limita a la temporada de lluvias, de junio a noviembre. En caso contrario, si el tiempo y la niebla lo permiten se puede sobrevolar la zona para ver la cascada.

La mayor parte del trayecto fluvial se realiza por el río Carrao, que llega a tener 200 metros de ancho y lleva directamente al Auyantepuy. Es muy recomendable llevar un buen chubasquero ya que la velocidad de la lancha y la lluvia garantizan un viaje pasado por agua.

El refugio consistía en cuatro columnas de madera, abierto por los lados, con techo de paja, suelo de terracota y poco más. Aquí confluyen muchos grupos de distintas “canoas”. Alrededor de 50 hamacas con mosquiteros llenaban casi todo el espacio de la cabaña-refugio y fueron un alivio para nuestros cuerpos machacados por horas de viaje en lancha, hamaca = descanso.
Nunca había dormido toda una noche en una hamaca, pero recuerdo que esas noches que pasé allí dormí como un bebé.

A la mañana siguiente, la canoa nos llevó por el Carrao hasta su afluente, el río Churan, de mucho menor caudal, con más rápidos y vistas más impresionantes. Imponentes tepuis se elevaban en ambas riberas creando la sensación de mundo perdido. Algunos estaban coronados por rocas en forma de pilares irregulares mientras otros tenían chorros de agua que saltaban al vacío desde los bordes rocosos.

Tepuy en la distancia
"Columnas" en la cima de un tepuy

Tras un viaje relativamente corto llegamos a la “Isla Ratón” frente al Cañón del Diablo, aquí tuvimos nuestro primer vistazo de El Salto del Ángel, una montaña impresionante desde la que parecía que caían nubes del blanco más puro.

Nubes que caen

Nuestro guía nos explicó que una hora de caminata en ascenso a través de la selva nos llevaría al Mirador, un promontorio rocoso desde donde se aprecia en su totalidad la catarata. Las palabras “ascensión” y “selva” no acaban de describir lo que vendría a continuación: un camino, marañas de lianas, ramas caídas, rocas cubiertas de musgo y mosquitos nos esperaban ansiosos. Una hora más tarde, nada de eso importaba, el Salto del Ángel, imponente, inmenso, se erigía frente a nosotros.

El Salto del Ángel desde abajo

Después de una sesión de escalada de rocas más pudimos acceder a la piscina que se forma en el pie de la cascada, en la que los más “valientes” nos dimos un chapuzón (la bravuconería me costó una dislocación de hombro que afortunadamente volvió a su lugar, pero eso es otra historia).

El viaje de regreso, como es normal en estos casos, no lo recuerdo. Mi cerebro sacrificó esa parte de la información para hacerme creer que aún estoy allí, admirando la majestuosidad de la naturaleza.

Para más información sobre cómo contratar tours del Salto del Ángel:

Angel ecotours

Colibrí Tours

 

Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.