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Mi viaje con Antonia – Viajes con gatos

Ser el gato de un blogger de viajes, ¡vaya drama!

Adoptar a Antonia no fue una decisión fácil. Aunque siempre había querido un gato (ya os he contado que los perros no me hacen demasiada gracia), la falta de libertad que acarrean las mascotas me echaba bastante para atrás a la hora de decidirme a dar ese paso final.

Al final me atreví. Hice una encuesta entre mis amigos y resultó que varios estarían encantados de cuidar de mi gato en caso de que yo me fuera de viaje, así que me lancé a la aventura de ser padre… y estoy encantado.

Las primeras semanas fueron bien. Para que os hagáis una idea, Antonia es hiperactiva, me ignora, me araña, me despierta por las noches, no obedece y es, en fin, un gato. Pero a veces, cuando la luna está en sagitario y los dioses gatunos así lo quieren, esa bola de pelo negro viene ronroneando y se restriega contra mí para luego quedarse dormida en mi regazo… es entonces cuando se lo perdono todo.

Antonia sueña con ser fotógrafa
Antonia sueña con ser fotógrafa

Pero luego está el tema inevitable, soy un blogger de viajes y… viajo.

El primer periplo que me surgió después de adoptar fue, afortunadamente, a Madrid. Después de considerar todas las opciones, decidí que lo más conveniente era viajar con mi gata. En primer lugar porque los gatos, como los humanos, deben acostumbrarse a experiencias nuevas mientras son jóvenes y en segundo lugar porque estaba aún con el enchochamiento de los primeros meses de la paternidad.

Cómo viajar con un gato y no morir en el intento

Antes que nada, me gustaría aclarar que este es un relato personal de mi viaje y no es, en ningún caso, un manual de instrucciones detallado para volar con gatos o viajar en un avión con un gato. En todos los casos hay que consultar directamente con la aerolínea ya que los requisitos varían entre compañías, destinos, aeropuertos e incluso entre los mismos empleados del mostrador o seguridad. En mi caso, se trató de un vuelo nacional, de Barcelona a Madrid con Iberia.

Antonia hace la maleta
Antonia hace la maleta

El dilema del valium

Una vez he decidido nombrar a Antonia blogger corresponsal de xixerone.com, y para no crearle un estrés innecesario, barajo la posibilidad de administrarle un tranquilizante para el viaje.

Me acerco a la consulta del veterinario y tras constatar la edad y el peso de la gata, que entonces tenía 6 meses y pesaba poco más de un kilo, me recomienda no drogarla.

La compra del billete para mascotas

Una vez adquirido el billete en la web de Iberia, hay que llamar para avisar que llevas una mascota. Esto es importante ya que habitualmente la aerolínea tiene un cupo limitado de animales por vuelo.

Consejo: Llama al número de Iberia Plus, es más barato y tiene atención priorizada, si no dispones de la tarjeta, hazte una al momento Iberia y luego llama.

El pago del billete especial se realiza en el aeropuerto, por lo que es necesario llegar con suficiente antelación para hacer las 3 o 4 colas diferentes que tendrás que hacer. Paciencia.

En el caso de Iberia y para un billete BCN-MAD, el coste de una mascota es de 25€ por trayecto.

El transportín – tamaño y peso

Siempre y cuando el animal no exceda de los 8 kilos (incluido el peso del bolso), puede viajar tranquilamente en la cabina en un transportín de fondo impermeable y que no exceda las siguientes dimensiones: 45x35x25 cm.

Una vez en el aeropuerto

El día del viaje tienes que dirigirte al correspondiente mostrador donde emitirán tu tarjeta de embarque y con ella vas a la ventanilla de venta de billetes para pagar el extra de mascota.

En el mostrador además del justificante de pago, te emitirán una autorización avisando a la tripulación de que el minino va a viajar contigo en la cabina.

El control de seguridad

Pero aún queda pasar el control de seguridad. Otra experiencia nueva por descubrir. Las normas de seguridad exigen que saques al gato del bolso y la cojas en brazos para pasar el arco detector de metales. El transportín pasará por el escáner.

Sin botas, sin cinturón, con los pantalones medio caídos y una gata en brazos tratando de huir. Vaya panorama.

Todo normal, la gata vuelve sin rechistar a su maletita y lista para ir a la puerta de embarque.

El vuelo

Es la parte más temida, por fin sabes cómo se sienten los padres de los niños que entran llorando al avión. Con los nervios a flor de piel y una mirada de culpabilidad ajena.

Tras un par de maullidos pre-despegue, se hizo el silencio.

Sorprendentemente, Antonia pasa todo el viaje durmiendo. Como el dueño.

Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.