Este es un artículo invitado por parte de Aldana Chiodi de Magia en el camino.
El concepto del tiempo es, de por sí, un concepto complicado para definir y muy subjetivo. Creo que, precisamente, en lo subjetivo radica lo difícil de su definición. Es muy común escuchar que cuando estamos pasando un momento agradable vemos que las horas “pasan volando”, pero cuando estamos en una situación opuesta, el tiempo “no pasa más”, aunque 1 hora sean 60 minutos y un minuto equivalga a 60 segundos, acá o en la China.
Ahora bien, si a esta complicación le sumamos el contexto de los viajes, el tiempo se vuelve más subjetivo y relativo de lo que ya es por naturaleza.
Cuando estamos en la vorágine cotidiana de las ciudades solemos echarle la culpa al tiempo de todo lo que no podemos hacer y pensamos que si estuviéramos viajando sería diferente. ¿Cuándo dejaremos de culpar al tiempo por todo lo que no hacemos?
Cuando realizamos un viaje corto sentimos que el tiempo no nos alcanza porque no podemos hacer o ver todo lo que queremos o lo que tenemos planificado. En estos casos, muchas veces el tiempo se convierte en “enemigo del ahorro”, ya que si tuviéramos más tiempo iríamos caminando hasta un determinado lugar dentro de una ciudad o nos tomaríamos un bus de larga distancia en vez de un vuelo que en una o dos horas no dejaría en destino.
Todo parece cambiar si hacemos un viaje más extenso, por ejemplo, ya no nos preocupamos por recorrer una ciudad en tres días porque sabemos que nada nos obliga a darnos prisa y podemos quedarnos siete días más. Pero igual, cuando estamos viajando, no siempre podemos librarnos de pensar en el tiempo.
Aunque no queramos, pareciera que ese concepto siempre nos persigue un poco. No es que nunca podamos deshacernos de él por completo, pero a veces se nos complica.
En estos días comprobé lo relativo del tiempo en los viajes mientras hablaba con unos amigos viajeros.
Para mí, que ahora estoy en la ciudad, su viaje había sido muy rápido, ya que habían visto un montón de lugares en “poco tiempo”, en cambio, para ellos, había sido el viaje más lento de sus vidas.
Mientras pensaba en estas diferentes percepciones vinieron a mi mente, así, de repente, algunos personajes que conocí en mis viajes: los vendedores callejeros. Me preguntaba qué opinarán ellos del tiempo, ya que pasan horas sentados con la mirada perdida hasta que alguien se acerca a comprarles algo, y pareciera que su mayor preocupación en esos momentos es, simplemente, “pasar el tiempo”.
La próxima vez que los vea se los voy a preguntar…
Aldana Chiodi es geógrafa, periodista y editora, pero le gusta definirse como viajera, escritora y fotógrafa aficionada. Después de muchos viajes “cortos” por su país, Argentina, y por algunos países latinoamericanos y europeos decidió dejar todo y salió con Dino a descubrir el mundo a través de su gente. Ese viaje duró un año y medio e incluyó gran parte de Asia y un proyecto educativo y mágico “a dedo” por Sudamérica. Ahora están preparando la segunda etapa de Magia en el Camino.
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