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Mis tres tabúes a la hora de viajar

Este post no es de noticias ni alabanzas, para variar. Es una reflexión sobre lo mucho que el viajar puede abrir la mente de una persona. Hay infinidad de citas célebres al respecto, y ya que estamos, mira que es difícil que exista categoría de citas en la que Oscar Wilde no sea el autor más profanado.

Volviendo a donde lo dejamos, gracias a que he tenido la suerte de ver otras culturas, puedo presumir de haber enriquecido la mía, otra cosa es que sea verdad. Puedo decir que me he tatuado en cirílico, que he dependido de la bondad de descnocidos para dormir en sus casas, que he aprendido a regatear o a meditar en silencio ante Krishna y que cada viaje me ha abierto de mente y me ha enseñado un poco más sobre las culturas extranjeras y a la vez sobre la belleza humana, la bondad de la gente y la buena voluntad, pero solo conseguiría que este post pareciera una respuesta de una Miss Mundo o similar.

Creo que hay un límite para la apertura de la mente, no podemos aceptar, por mucho que lo intentemos, muchas costumbres o creencias adquiridas, inculcadas y desarrolladas. Sí, es verdad que la persona más atea del mundo puede emocionarse en una procesión de Semana Santa, que el católico más recalcitrante puede sentir un profundo respeto por la cultura Budista y sus templos y que el español promedio coincide en que la costumbre de retirar el calzado antes de entrar en una casa de el este de es un gesto de respeto a la par que higiénico, puede aprender a comer con las manos, o con palillos y comprender el por qué otras culturas lo hacen, entre una gran larga lista de etcéteras. Pero, y esto es una opinión, no todo es aceptable.

Particularmente, tiendo a considerarme una persona que intenta mantener una mente abierta mientras viaja, ya que para no tenerla, puedo perfectamente quedarme en casa, sin embargo, y como la mayoría de viajeros, mi tolerancia puede tener límites.

Mis tres mayores (que no los únicos) tabús a la hora de viajar son:

La desigualdad entre el hombre y la mujer.

Este tema da para largo, pero intentaré ser breve, personalmente fui criado bajo el concepto de que las mujeres y las hombres son iguales, punto. Es por esto que al viajar a ciertos países, particularmente del Medio Oriente o la India, me choca mucho ver como las mujeres son tratadas como ciudadanos de segunda.

Creo que es el tema que más impotencia y rabia me da.

El mejor amigo del hambre.

Otro concepto que tengo inamovible es la existencia de dos tipos de animales: los que son deliciosos y los que son peludos, se llaman “Bigotitos” y son tus amigos. En algunos países esta línea es algo difusa y los perros, gatos e incluso monos se venden en los mostradores de las carnicerías populares.

Este precepto, como todos, es claramente adquirido. Muchos europeos del norte se horrorizan de que nuestra cultura incluya al conejo en su dieta.

El tabú aplica sólo a los animales domésticos, estoy completamente abierto a probar insectos, serpientes, murciélagos, étc.

El equilibrio de las letrinas.

Este último concepto es a lo mejor el más trivial, y por su naturaleza tampoco me detendré mucho rato a comentarlo.

Como sabréis, es costumbre en gran parte del mundo el utilizar una letrina, una manguera y la mano izquierda para los menesteres del lavabo. Honestamente yo soy de retrete, revista y papel higiénico. Llamadme tradicional.

En la India estuve hablando del tema con amigo y me comentó lo siguiente: “Si ahora mismo te cubro todo el cuerpo de excrementos, ¿qué preferirías?, ¿que te pase el rollo de papel de cocina o una manguera con agua?. La verdad es que el argumento es válido pero a mí me sigue sin convencer.

Y tú, ¿que tabús tienes al viajar?

Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.