Cavernícola:
1. adj. Que vive en las cavernas. U. t. c. s.
Imagina una ciudad-termitero…
No imagines, ve a Matera.
Desde arriba, es casi imposible discernir ventanas de puertas o calles de tejados en esta caótica ciudad que parece trepar por la colina sobre la que se asienta de una forma imposible, retorcida y extremadamente bella.
Definitivamente, Matera es uno de los destinos turísticos más interesantes, inusuales y memorables de Italia.
Ubicada en la sureña región de Basilicata (también llamada Lucania) y a escasos 80 kilómetros de Bari, este magnífico enclave continúa siendo un lugar prácticamente desconocido y poco visitado por los turistas extranjeros que visitan Italia.
Para los italianos, Matera es famosa por sus extensos barrios repletos de casas-cueva, los Sassi. Sus impresionantes acantilados y pintorescas iglesias que elevan sus torres en medio de viviendas que parecen sacadas de un especial de Los Picapiedras.
Las cuevas de Matera han estado habitadas desde hace muchos siglos, algunas eran residencias humildes (incluso infra-humanas), mientras que otras era algo más amplias y dignas, si bien toda la zona compartía el estigma de la pobreza, la miseria y la marginación.
Durante la década de 1950, los centenares de familias que habitaban este humilde asentamiento fueron evacuados, en gran medida por la presión pública que generaron varios brotes de malaria y cólera entre los residentes de los Sassi los meses anteriores. Los habitantes de los Sassi serían reubicados en nuevos bloques de edificios construidos en una meseta junto a la ciudad antigua.
Durante más de tres décadas, el centro histórico de Matera se convirtió en una suerte de ciudad fantasma, un distrito prohibido al que no se podía acceder.
Durante los años 80, tras levantarse la prohibición gubernamental de habitar en los Sassi, algunos residentes emprendieron la tarea de acondicionar sus cavernas para volver a mudarse. En 1993, la ciudad se convirtió en lugar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser “el más destacado ejemplo intacto de un asentamiento troglodita de toda la región mediterránea, perfectamente adaptado a su terreno y ecosistema”.
Si al pasear por las empinadas y serpenteantes rampas del casco antiguo sientes que Matera te es familiar, hay un gran motivo para ello.
Tanto la ubicación como el terreno y especialmente las casas amontonadas de Matera traen a la cabeza imágenes que encajan más con nuestra visión de lo que es Oriente Próximo que con una típica ciudad italiana. Este hecho no se le pasó por alto a Mel Gibson, quien grabó en este enclave la práctica totalidad de su película The Passion of the Christ (La pasión de Cristo).
Información práctica
Lo más complicado cuando se planifica un viaje a Matera (o al sur de Italia en general) es saber cómo llegar.
La manera más fácil de llegar a Matera desde España, es volando a Bari (Vueling tiene conexiones directas desde Barcelona) y enlazando con el tren una vez en la capital de Puglia.
Ten en cuenta que Matera no forma parte de la red de ferrocarriles del Estado (Trenitalia). Se puede llegar a Matera en tren, sin embargo, a través de la compañía local Ferrovie Appulo-Lucane (ferrovieappulolucane.it). Los convoyes parten desde una terminal anexa a la estación principal de Bari Centrale. El trayecto dura una hora y media aproximadamente (algunos trenes requieren de transbordo en Altamura).
