Delft es una pequeña ciudad ubicada en Holanda Meridional, a medio camino entre Rotterdam y La Haya, en los Países Bajos. El centro urbano está conformado por una amalgama de bonitos canales, edificios palaciegos y cafés al aire libre que le confieren un ambiente especial y pintoresco.
Podríamos decir que Delft es como Ámsterdam, sólo que más pequeña, limpia, pija, bonita y sin junkies.
Entre las joyas arquitectónicas medievales de la ciudad podemos mencionar la Oude Kerk o Iglesia Vieja, que tiene su origen en el siglo xiii y es la iglesia más antigua de Deltf y una de las iglesias mayores más antiguas de toda Holanda; destaca por su torre de 74 metros de altura, visiblemente inclinada debido a su mastodóntico peso y la inestabilidad del terreno sobre el que fue erigida.
La otra iglesia que llama la atención es la Nieuwe Kerk o Iglesia Nueva, aunque de nueva tenga más bien poco; Construida entre 1381 y 1496, su interior alberga el panteón de la Familia Real holandesa. Su torre, con 108,75 metros, es la segunda más alta de los Países Bajos.
También destaca el Prinsenhof (Palacio del Príncipe), que hoy en día ha sido transformado en un museo, aunque inicialmente fue un monasterio fundado en 1403 y dedicado a Santa Ágata, el edificio sufrió repetidas ampliaciones a medida que crecía la orden. El príncipe Guillermo de Orange residió habitualmente en dicho monasterio entre 1572 y 1584, año en que fue asesinado, de ahí el nombre actual del edificio.
Otras atracciones incluyen el ayuntamiento y su gran plaza, ideal para el café de la tarde.
Además de su importancia arquitectónica, Delft es una ciudad con encanto, para perderse por sus pequeñas callejuelas o disfrutar con un café en una de sus numerosas terrazas.
Delft es fácilmente accesible desde Ámsterdam en los trenes con dirección a Rotterdam.
