En la provincia de Zaragoza, a escasos cincuenta kilómetros de su capital yace la población abandonada de Belchite.
El pueblo fue escenario de una de las más cruentas batallas de la Guerra Civil Española y como consecuencia de la misma quedó completamente destruido. Una vez acabada la guerra, franco ordenó que la población fuera evacuada y que las ruinas de Belchite fuesen dejadas como recuerdo de la batalla.
Un nuevo pueblo fue construido a escasos kilómetros por prisioneros republicanos, para los cuales se habilitó un campo de concentración en las cercanías, cuyos restos aún se conservan, y que permaneció abierto desde 1940 hasta 1945.
El pueblo se puede acceder en bus desde Zaragoza o en coche particular y ofrece un paisaje apocalíptico propio de una película de miedo.
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