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5 motivos para viajar a Mongolia

Este es un post invitado por parte de Dani y Jota de Marcando el polo.

es paisajes vírgenes, libres de rutas y ciudades. Kilómetros y kilómetros de estepa, solo interrumpidos por el ger de una familia nómada que no cambió su estilo de vida con el paso de las generaciones. Es el legado soviético mezclado con las tradiciones autóctonas. Es desierto, volcanes, lagos y montañas. Mongolia es un país generador del sentimiento máximo al que aspira todo viajero: libertad.

Si todo eso no te alcanza para sacar ahora mismo un billete a Ulaan Bataar, aquí te acercamos 5 razones más para darte el empujón que tal vez estés necesitando para decidirte a viajar a Mongolia.

Nadaam Festival

Si viajar por Mongolia es una experiencia única, coincidir tu visita con el festival Nadaam lo va a hacer más único todavía.

Durante tres días el país se paraliza, el turismo llega a su pico más alto y todas las miradas se depositan en los ciudadanos que orgullosamente fueron seleccionados para formar parte de esta peculiar competición. El festival Nadaam resalta la esencia del ser mongol. Conocidas también como las Olimpíadas mongolas, en ella se llevan a cabo las tres competiciones que más los apasionan: carrera de caballos, arquería y la tan esperada lucha.

El Nadaam principal tiene lugar en Ulaan Bataar (capital del país) del 11 al 13 de Julio de cada año. Si bien éste es el evento más prestigioso, cada una de las aimags (provincias) realiza su propio festival en distintas fechas de Julio. Es verdad que reciben menos atención y los competidores no son los mejores del país, pero hay que mirar el lado positivo. Vas a poder estar más cerca de ellos, abrazarlos, felicitarlos, y hasta mojarte con su transpiración, vas ver cómo un pequeño pueblo se moviliza en su gran evento anual, y encima no vas a tener que pagar ni un tugrik de entrada.

Parque Nacional Khovsgol Nuur

Ubicado al Norte del país, el Lago Khovsgol es una de las atracciones turísticas más visitadas. Este bellísimo Parque Nacional rodeado de montañas se extiende hasta la frontera con Rusia y es un lugar ideal para acampar gratuitamente y relajarse a su orilla. Muy populares son las cabalgatas de hasta un mes (amadas por los turistas israelíes) en las que se visitan a las tradicionales comunidades Tsaatan, reconocidos por sus tiendas en forma cónica y sus renos.

Si acampar no es lo tuyo y preferís un poco más de confort, podés dormir en uno de los “gers” armados para los turistas alrededor del lago. Eso sí, la relación precio-calidad se hundió hasta el fondo del lago.

Cómo llegar: desde la Dragon Bus Station en Ulaan Bataar salen buses diarios hasta Moron (22 hs) y de allí hay combis a Khatgal (3 hs), pueblo en la entrada del Parque Nacional.

Karakorum

Gengis Khan fue conquistando tierras hasta crear el imperio más grande que se haya visto jamás, sin detenerse a crear importantes metrópolis. Es difícil creer que Karakorum haya sido su capital al ver lo poco que queda de ella en la actualidad, pero visitarla es esencial para entender la historia mongola.

Parte de lo que quedó tras su destrucción fue utilizado para la construcción del primer y más grande monasterio budista del país, Erdene Zuu, sobre las bases de la antigua capital.

Pero el atractivo preferido de los locales, un tanto más curioso, es la Piedra fálica. Como su nombre lo indica, es una roca tallada en forma de pene (no tan grande) que atrae gran número de visitantes en busca de una mejor vida sexual. Según dicen, con sólo tocarla puede generar grandes alegrías. Para encontrarla simplemente tienes que seguir el cartel con forma de… sí, de pene.

Cómo llegar: desde la Estación de Buses Dragon en Ulaan Bataar salen buses diarios a Karakorum (7 hs) que recorren una de las pocas rutas asfaltadas que tiene el país.

Vida nómada

Si hay algo que identifica a Mongolia es el estilo de vida nómada que todavía siguen llevando gran parte de sus habitantes. No vamos a tener que llegar a los rincones más recónditos del país para ver esto. Con sólo salir de Ulaan Bataar veremos en el horizonte los ger (tiendas) que fácilmente son montados y desmontados según la necesidad, y son el hogar de la mitad de la población.

Si quieres acercarte a los nómadas, van a estar muy contentos de recibirte ya que la hospitalidad, además de una virtud, es una necesidad en Mongolia. Es importante recompensar su bondad con algo a cambio. Si como a nosotros no te gusta dar dinero en efectivo, una buena opción es llevar libros o alimentos.

También puedes hacer que tu visita a Mongolia sea una experiencia nómada en sí misma. Si cuentas con una tienda puedes acampar en cualquier parte del país (excepto en el centro de Ulaan Bataar, claro) gratis y sin tener que pedir permiso, siempre y cuando la armes al menos a 100 metros de distancia de otro ger. Prepárate para noches muuuy frías.

Desierto de Gobi (Dunas Kongoryn Els)

Uno de los desiertos más grandes del mundo se extiende por todo el Sur de Mongolia, cubriendo casi la mitad del país, aunque las dunas de arena que todos nos imaginamos al nombrar la palabra desierto ocupan sólo el 3%.

Si dunas es lo que quieres ver, las más accesibles del Gobi (accesibles en términos mongoles) son las Khongoryn Els, conocidas como “singing dunes” (dunas cantantes) por el sonido que generan al encontrarse con el viento.

aquí tendrás la oportunidad de andar en camello, sentir la arena pegándote en la cara, tener un bronceado exprés y tirarte rodando desde la cima. Te recomendamos que acampes en el desierto para sentir su inmensidad mientras descansas bajo un cielo plagado de estrellas.

Cómo llegar: desde la estación de buses Bayanzurkh en Ulaan Bataar salen buses diarios a Dalanzadgad (17 largas y cansadoras horas). Desde allí vas a tener que negociar con algún taxista local para que te lleve a las dunas (a 3 hs de distancia).

Aclaración: todas estas experiencias son recomendables durante el verano mongol, entre Junio y Agosto. El resto del año el clima puede ser muy desafiante y con temperaturas de -20°C no creemos que tu experiencia nómada en tu tienda sea muy agradable.

Los autores

Juan Caldaroni y Daniela Elias dejaron sus rutinas a fines de 2008 para dedicarse a lo que tanto les apasiona: viajar. Después de casi cuatro años dando vueltas por y Oceanía, finalmente aprendieron a comer arroz con palitos, a esquivar canguros en las rutas australianas, a ser nómadas en Mongolia, a viajar con diarrea constante en India, a tolerar el peso de la fama en Bangladesh y muchas otras cosas más. Hoy comparten sus aventuras, consejos y experiencias en Marcando el Polo.

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