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El viajero introvertido

napoles byn

¿Te gusta viajar solo?, ¡qué bien! Seguro que así conoces a un montón de gente.

Esta frase me la han repetido una y otra vez conocidos y amigos cuando hablo de algún viaje que he hecho en solitario.

La respuesta suele ser una sonrisa y una frase vaga confirmando que sí, que viajando solo se conoce a mucha gente.

Pero no es verdad. Ya está, lo he dicho.

Al menos no en mi caso. La verdad es que desde siempre he tenido problemas para relacionarme con otras personas, por algún motivo me cuesta dar ese primer paso para hablar con desconocidos y envidio profundamente a todos aquellos viajeros que tardan un par de horas en hacer amigos en cada lugar que visitan.

Probablemente algunos de los que me conocen se estarán llevando las manos a la cabeza con la confesión que acabo de hacer. Después de todo, y sin contradecir lo que he expuesto en el párrafo anterior, soy una persona sociable y a quien normalmente no le molesta ser el centro de atención.

Muchas otras personas, las que me conozcan más de cerca, entenderán mejor mi dilema, del que ni siquiera yo tenía la respuesta hasta hace unos días.

vendedora-ambulante

¿Cómo puede ser que a una persona abierta y sociable pueda tener problemas para conocer gente?

Es algo que ni siquiera yo había podido explicar. Casi siempre cuando estoy de viaje, intento evitar cualquier evento que requiera interacción social en un ambiente que no me resulte familiar, entonces me quedo en el hotel viendo TV hasta que una voz en mi cabeza me grita:

¡Eres un blogger de viajes por el amor de Zeus!– (Las voces de mi cabeza son en su mayoría paganas).— Sal a divertirte, seguro que así tendrás más historias para tu blog. O lo cierras y montas un blog de sentarse a mirar obras, ¿eh, abuelo? —(Las voces en mi cabeza son también sarcásticas y francamente odiosas).

Como todo el mundo sabe, las voces en la cabeza normalmente suelen tener razón. Entonces me ducho, me visto y miro en internet algún bar cercano. Llego, pido una cerveza, me siento en una esquina a observar a la gente.

Y no quiero que se me malinterprete, observar es una de mis aficiones favoritas, me encantan los estudios sociológicos nocturnos no-oficiales y las conclusiones a las que puedes llegar sobre la cultura de un lugar simplemente observando a su gente de fiesta. Es sólo que, normalmente, después de acabarme esa cerveza, suelo marcharme de vuelta al hotel sin haber interactuado con nadie más que la camarera del bar.

Me pregunto si el dominio cosasdeabuelos.com está disponible.

Por otra parte conozco a gente que viaja sola y no para de conocer lugareños desde que se suben en el primer tren hasta que se marchan. Y no es que odie ese tipo de gente, pero me generan un extremo asombro y algo de envidia.

El problema no es inseguridad, obviamente he tenido la sensación de ir a una discoteca de Miami llena de cuerpos perfectos y desear no haberme comido ese segundo burrito con extra de guacamole. Pero no, por norma general no es inseguridad el sentimiento que me acecha en estas situaciones, se trata más de un estrés social que se produce al salir de mi zona de confort.

Sí, ya sé que es algo confuso, y ni siquiera yo lo comprendía del todo hasta hace unos días cuando leí un artículo interesantísimo sobre la introversión en el Huffington Post ( link en inglés).

Básicamente, después de marcar la x en 22 1/2 de los 23 signos que se mencionan en el post, descubrí por qué me cuesta tanto socializar cuando viajo, soy introvertido.

soledad

¿Y qué significa esto?

Pues algunas de las características más comunes de las personas introvertidas incluyen un alto nivel de autoconsciencia, abstracción y reflexión, propensión a ser detallistas, poco expresivos con sus sentimientos y a aprender mediante la observación. Son más sociables cuando están en compañía de gente que conocen y prefieren dar un discurso frente a 500 personas a tener que socializar luego con ellas.

Pero, ¿tímido yo?

La introversión no debe confundirse con timidez. De hecho, no me considero para nada una persona tímida. La timidez se caracteriza por pánico a las interacciones con otras personas e incomodidad en situaciones sociales, lo cual no me pasa. Me gusta estar con gente y conversar, pero definitivamente no vivo volcado a mi vida social.

Es precisamente por la falta de timidez he tardado 27 años en enterarme de que en realidad era un introvertido disfrazado de sociabilidad.

coche amarillo

Y no hay nada malo al respecto, de hecho, me alegra por fin saber que no soy un bicho raro, o mejor dicho, me da igual saber que lo soy.

Una de las principales diferencias entre los extrovertidos y los introvertidos es que los primeros obtienen energía con la interacción social, mientras que los segundos la gastamos. Después de socializar, los introvertimos necesitamos algo de tiempo para estar solos.

Pero sí tengo amigos que he conocido viajando.

Es cierto, y además algunos son ahora amigos muy cercanos aunque vivan lejos. La trampa está en que a la mayoría los conocí de antemano mediante redes sociales o Couchsurfing y habíamos al menos intercambiado algún email antes de vernos cara a cara, lo que facilita las cosas. Después de todo, las redes sociales son el refugio de los introvertidos (link en inglés) .

No viajo para conocer gente.

Para mí, el viajar en solitario siempre ha sido más un ejercicio de introspección que de socialización. No soy de los que salen por la noche en busca de alcohol y sordidez, y creo que por eso tengo un blog de viajes donde expresarme. Creo que nunca veréis por aquí fotos de las más salvajes raves underground de Praga, pero sí algunas piezas inspiradas sobre paseos bajo la lluvia en Oxford Street o las calles de Budapest.

Espero que sepáis perdonarme.

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Soy Luis Cicerone, creador de xixerone.com y viajero incansable. Mis pasiones, además de recorrer el mundo, incluyen los gatos, la comida, las series y la arquitectura.